De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre la segunda carta a los Corintios
Nuestro corazón se dilata. Del mismo modo que el calor dilata los cuerpos, así
también la caridad tiene un poder dilatador, pues se trata de una virtud cálida
y ardiente. Esta caridad es la que abría la boca de Pablo y
dilataba su corazón. «No os amo sólo de palabra --es como si dijera-, sino que
mi corazón está de acuerdo con mi boca; por eso os hablo. confiadamente, con el
corazón en la mano.» Nada encontraríamos más dilatado que el corazón de Pablo,
el cual, como un enamorado, estrechaba a todos los creyentes con el fuerte
abrazo de su amor, sin que por ello se dividiera o debilitara su amor, sino que
se mantenía íntegro en cada uno de ellos. Y ello no debe admirarnos, ya que este
sentimiento de amor no sólo abarca a los creyentes, sino que en su corazón
tenían también cabida los infieles de todo el mundo.
Por esto, no dice simplemente: «Os amo», sino que emplea esta expresión más
enfática: «Nuestro corazón está abierto de par en par y se dilata; os llevamos a
todos dentro de nosotros, y no de cualquier manera, sino con gran amplitud.»
Porque aquel que es amado se mueve con gran libertad dentro del corazón del que
lo ama; por esto dice también: Hay mucho sitio en nuestro corazón para vosotros,
mientras en el vuestro no hay lugar para nosotros. Date cuenta, pues, de cómo
atempera su reprensión con una gran indulgencia, lo cual es muy propio del que
ama. No les dice: «No me amáis», sino: «No me amáis como yo», porque no quiere
censurarles con mayor aspereza.
Y si vamos recorriendo todas sus cartas, descubrimos a cada paso una prueba de
este amor casi increíble que tiene para con los fieles. Escribiendo a los
romanos, dice: Tengo deseo de veros; y también: Me he propuesto muchas veces ir
a visitaros; como también: Pido a Dios que por fin alguna vez me allane el
camino para que pueda ir a visitaros. A los gálatas les dice: Hijos míos, por
quienes sufro de nuevo dolores de parto; y a los efesios: Por todo ello doblo
mis rodillas por vosotros; a los tesalonicenses: ¿Cuál es nuestra esperanza,
nuestro gozo, la corona de la que nos sentiremos orgullosos, sino vosotros?
Añadiendo, además, que los lleva consigo en su corazón y en sus cadenas.
Asimismo escribe a los colosenses: No quiero que desconozcáis la dura lucha que
estoy librando por vosotros y por cuantos no me han visto personalmente; y deseo
infundir aliento en vuestros corazones; y a los tesalonicenses: Como una madre
que cuida con cariño
de sus hijos, de esta manera, amándoos a vosotros, queríamos daros no sólo el
Evangelio de Dios, sino incluso nuestro propio ser. Hay mucho sitio en nuestro
corazón para vosotros, dice. Y no les dice solamente que los ama, sino también
que es amado por ellos, con la intención de levantar sus ánimos. Y da la prueba
de ello, diciendo: Tito nos refirió los grandes deseos que teníais de verme,
vuestro disgusto por lo que había pasado y vuestro amor por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.