En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso;
no juzguéis, y no seréis juzgados;
no condenéis, y no seréis condenados;
perdonad, y seréis perdonados;
dad, y se os dará: os verterán una medida generosa,
colmada, remecida, rebosante,
pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
¿Por qué vuelvo a repetir todo el Evangelio de hoy? Primero porque es cortito, pero no por eso deja de ser un conjunto de reglas de vida a tener muy en claro y a intentar vivirlas todos los días. Así, si las tenemos bien separadas, las podemos ir leyendo una por una y, primero, aprenderlas de memoria, para que luego las pueda poner en práctica en la vida cotidiana, para no olvidarme que todo lo que haga o diga tendrá consecuencias en la vida de los demás y, sobre todo, en mi propia vida porque "con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros". Y, sobre todo, para que nadie diga que Jesús no nos advirtió lo que sucede cuando actuamos: el efecto boomerang de mis palabras y acciones siempre llega a mi.
Pero más que nada tenemos que comenzar a pensar el por qué Jesús nos pide vivir de esta manera, si lo pasábamos bien con el "ojo por ojo y diente por diente", el espíritu justiciero es lo que más nos gusta: tú me lo haces ¡te lo devuelvo! o ya me lo cobraré algún día. La venganza es algo que todos tenemos pegado en nuestra alma, es una forma de defensa personal y del instinto de conservación de la especie, como todo animal nos defendemos.
Aunque... no somos sólo animales (aunque algunos lo parezcamos) sino que somos seres pensantes y, en nuestro caso, (porque tú estás leyendo esto) somos cristianos que quieren vivir de otro modo, tenemos que educarnos de acuerdo al Evangelio y no a los dogmas del mundo, sino de acuerdo a los consejos evangélicos que nos dio Jesús, Nuestro Señor.
Así que, en esta Cuaresma, a daranos un buen baño dentro del Evangelio y a meditar en profundidad que nuestra vida ya no es sólo animal-humana, sino que es cristiana-hijo de Dios, y nuestra norma de vida, aunque creamos que tenemos que hacer lo que "hace todo el mundo", son los consejos evangélicos.
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