lunes, 11 de marzo de 2019

Camino de santidad

"El Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
"Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo".
No hay otro ideal más alto para el cristiano que ser obediente a Dios y alcanzar la meta que Él puso en nuestro corazón y nos pide vivir: ser santos como Él es santo. Un ideal de vida que se nos olvida o que, seguramente, no tenemos en nuestro pensar porque nos suena a algo raro que sólo es para algunos y no para mí, pero sí, es para mí y para tí, porque tú y yo, los dos, tenemos lo que se necesita para alcazar esa meta: el Espíritu Santo que nos santifica desde el día de nuestro Bautismo y nos ofrece todo lo necesario para alcanzar la meta, para vivir en santidad. Pero ¿queremos ser santos? ¡Esa es la cuestión!
Porque para alcanzar la santidad tenemos que creer que Dios nunca pone metas inalcanzables para sus hijos, porque sabe que en la pequeñez de sus hijos tiene que estar la fuerza de Su Gracia, por eso nunca deja de alentarnos y animarnos, y así fue como nos envió a Su Hijo para mostrarnos el Camino que nos conduce a la Vida Verdadera.
"La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante".
Porque creemos en Su Palabra, porque sabemos que alienta e instruye a quien la escucha con sincero corazón, porque nos ilumina en el caminar, creemos también que podremos alcanzar la meta si nos decidimos a vivir como Jesús nos enseñó. Y en este caminar en Jesús sabemos que nuestra santidad no es sólo para nosotros mismos, sino que es para vivirla en comunidad, en unión con nuestros hermanos, en los que tengo que ver al mismo Jesús. Así las obras de misericordia no las he de hacer sólo con los que quiero, sino también, y sobre todo, con los que no quiero: con quien me persigue, con quien me insulta, con quien me odia, porque si lo haces con quien te quiere, o te trata bien, o te devuelve lo que le das ¿qué mérito tienes? Eso también lo hacen los paganos y los pecadores, nos lo dice el mismo Jesús.
Así, en este tiempo de cuaresma el Señor nos pide que nos miremos desde nuestras acciones: cuál es nuestro trato con los demás, cómo nos relacionamos, qué cosas hacemos... con nuestros hermanos:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme".
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestirnos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá:
"En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.