sábado, 16 de marzo de 2019

Renovarnos en Fidelidad

Así le decía el Señor a Su Pueblo, y así nos los repite cada día a nosotros:
"Hoy has elegido al Señor para que el que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz".
Y digo que nos lo repite cada día, porque cada día tenemos que volver a hacer la elección de vida, porque nuestra opción fundamental en la vida cristiana es la Fidelidad a la Palabra de Dios, la Fidelidad al Amor de Dios, la Fidelidad en la elección que hemos hecho no para cumplir con Dios, sino para vivir en Dios, con Dios y para Dios. Y no es que lo tenemos que hacer porque nos olvidemos, sino para que no nos olvidemos, para que cada día se renueve la Gracia de Fidelidad, para que cada día volvamos a sentir el mismo gusto del primer día que descubrimos o que nos dimos cuenta que ser cristianos no era solamente cumplir con una norma, sino que implicaba un nuevo estilo de vida. Aquella emoción de la elección del estilo de vida, aquella sensación de sabernos que es Él quien nos amó y nos llamó para ser santos, esa misma emoción y sensación la tenemos que experimentar todos los días, para que la pasión del Amor Primero a Dios no se nos apague, para que la llama del Amor que Él depositó en nuestro corazón permanezca siempre encendida.
Cada día tenemos que dar testimonio creíble de nuestra vida de fe, cada día tenemos que responder a la Vida con Amor, cada día se nos están pidiendo respuestas de fe, de esperanza y de caridad, y si no estamos convencidos de la elección que hemos hecho, entonces no sabremos qué decir, nos haremos igual que los paganos que no tienen en sus corazones razones ciertas para dar, porque no saben a qué se han comprometido, qué significa ser Fiel a Dios en la vida.
Por otro lado, cada día, el Señor nos está llamando y nos está exigiendo una respuesta concreta en el Amor, y el amor o se vive o no se vive, no se puede "cumplir" con el amor. Por eso Jesús cuando nos invitó a seguirlo nos abrió un camino nuevo en el Amor, un Camino que Él vivió y recorrió, un Camino que se hizo Vida y esa Vida nos llama a vivirlo cada día.
"Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto".
Y la perfección no está en no equivocarnos nunca, en no tropezar nunca, sino en que siempre tengamos la misma fuerza para volver a amar, para poder amar como Él nos amó.

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