Leemos hoy en el libro del profeta Jeremías:
Ellos dijeron:
«Venga, tramemos un plan contra Jeremías, porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».
Hazme caso, Señor, escucha lo que dicen mis oponentes.
¿Se paga el bien con mal?, ¡pues me han cavado una fosa!
Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera".
¿Por qué la gente se vuelve en contra del Profeta? Porque el Profeta les dijo, de parte de Dios, algo que no querían escuchar. Es lo que nos sucede muy a menudo: todos somos buenos hasta que decimos algo que los demás no quieren escuchar, a partir de ese momento nos volvemos los más malos del mundo y se los podemos quitar del medio de nuestras vidas y de la historia mejor.
No sucede sólo con el profeta, sino que lo hicieron con todos los profetas y hasta con el mismo Jesús, les molestaba tanto a los Sumos Sacerdotes y Fariseos que comenzaron a tramar un plan para quitárselo del medio, hasta que creyendo que había desaparecido, Él resucitó de entre los muertos.
Cuando lo que hacemos y decimos es lo que Dios quiere que hagamos y digamos no tenemos por qué temer, los hombres no pueden hacer nada contra aquellos instrumentos de Dios porque es Dios mismo quien está con él.
Y, entonces ¿por qué cuando se dicen las cosas de Dios, cuando se predica o se profetiza de parte de Dios al que no le gusta quiere quitarse del medio al profeta? Porque el pecado original nos ha dejado tan mal que no nos damos cuenta que no podemos hacer frente a la Verdad. El Pecado Original nos ha dejado una huella marcada con la espina de la soberbia que, una vez que ella entra en mi cuerpo, es difícil quitarla si no me dejo guiar por la Verdad de Dios. Sí, por la Verdad de Dios, porque la soberbia me hace creer que siempre la verdad es mía, que sólo que yo pienso y quiero es la verdad, y no es así, porque todos tenemos la opción de equivocarnos y por eso el Señor nos envía instrumentos de Su Verdad para ayudarnos a ver el Camino.
No es el instrumento el malvado que viene a romper mis esquemas, sino que no he sido capaz de descubrir que me estaba equivocando, no he sido capaz de buscar la Voluntad de Dios y me he quedado con que "como soy bueno, mi pensar es bueno", y Dios no lo ha visto así.
Por eso Jesús los reprendía a los apóstoles cuando se peleaban entre ellos mismos para saber cuál era el más grande, y es lo que nos pasa aún hoy: todos queremos tener el mejor lugar, ser los mejores, tener el mayor poder y por eso, muchas veces, tramamos contra los demás con mentiras o medias verdades, para quitar del medio a quien me hace sombra o a quien me quiere ayudar para ser Fiel a la Voluntad de Dios.
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