Le dice el Señor al Pueblo por medio de Oseas:
"Decidle: “Tú quitas toda falta, acepta el pacto.
Pagaremos con nuestra confesión:
Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos".
"No llamaremos ya "nuestro Dios" a la obra de nuestras manos", es la frase que más me sorprendió porque, muchas veces, creemos que lo que hacemos es obra nuestra y por que es obra nuestra no es de Dios, y vamos endiosánonos, cada día, un poco más. Creemos que nuestra vida es nuestra, que nuestra familia es nuestra, que todo lo que hago y tengo es nuestro... sin embargo, de todo eso, un día no quedará nada... ¿en verdad era todo mío? ¿Por qué no puedo llevarme todo eso el día que deje este mundo?
Es cierto, nos creemos dioses de todo lo que tocamos, y nada es nuestro, todo es de Dios. Ese deseo de ser dioses nos lleva, muchas veces, a la desesperación y ansiedad de querer hacer todo y de querer tener todo, y eso nos quita la paz, no nos permite amar como es debido, no nos permite disfrutar de las cosas que Dios nos va regalando y va poniendo a nuestro lado. Y así nace el miedo a perderlo todo, un miedo que se va adueñando de nuestras vidas y nos quita todo deseo de ser. ¿Ser para qué?
El tener es el arma que usa Satanás para engañar a nuestra alma, para no dejar a nuestra alma descansar más en Dios, en el Verdadero Dios, que es quien nos da lo necesario para poder alcanzar la meta de la salvación.
El tener es el arma que nos hace envidiar y nos hace creernos que tenemos el poder sobre todo lo que es nuestro, y sin embargo, llega un día que descubrimos que no tenemos el poder, que no tenemos el nombre que creíamos, que lo que habíamos realizado no hubiera servido para nada.
Porque el verdadero poder es el servicio por amor, el servicio por amor que nos enseñó Jesús con su vida, pero no siempre lo entendemos, porque en cuanto comienzo a servir me apodero de lo que hago y me transformo, por egoísmo y vanidad, en el Señor de todo. No caigamos en la tentación que nos tiende Satanás de hacernos creer los dueños y señores, porque "el Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por una multitud", por eso hoy nos pide un reconocimiento sincero de nuestra realidad: ¿nos hemos transformado en dueños y señores de las cosas? ¿creemos que nos han quitado el poder y por eso renegamos y no amamos? ¿creemos que no podemos alcanzar lo que queremos y por eso renunciamos a creer?
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y arrepentido y ayúdanos a ser imitadores tuyos en al entrega en el servicio por amor, y no permitas que nos hagamos dueños de la Obra de tus Manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.