sábado, 30 de marzo de 2019

No soy como esos

"En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás"...
¿Cuántas veces nos sucede esto: nos consideramos mejores que los demás y nos damos el "lujo" de señalar a los demás con el dedo de la justicia y de la santidad, o eso nos creemos, que somos más santos y más capaces que los demás, sólo porque hacemos las cosas diferentes o hemos podido crecer más.
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
Quizás no seamos tan "bordes" (como se dice por aquí) sino que podemos llegar a ser mas suaves en las críticas, y encima nos creemos que lo que hacemos está bien porque no critico por criticar, sino que lo hago para mostrar el error. Pero, quizás, no he mirado bien al otro; no he buscado sus cosas buenas, su buen hacer, me he quedado con lo que no me gustaba o con lo que me dijo o con... siempre encontramos una excusa, un error, una manchita para poder excusar mi actuar y ponerme la medalla del mérito para que me otra oportunidad de no apreciar la obra de los demás.
"El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador"
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
En nuestras oraciones, seguramente, le pedimos al Señor que tenga compasión de nosotros, que perdone nuestras ofensas, que nos de el pan de cada día, pero no siempre actuamos del mismo modo con los demás; no siempre miramos con compasión a nuestros hermanos para poder ayudarlos en diario quehacer, no siempre le damos de comer al hermano que necesita de nuestra alegría, de nuestra esperanza, de nuestra paz; no siempre perdonamos como esperamos que nos perdonen a nosotros, porque yo sí que soy digno de ser perdonado, pero los demás....
No seamos imprudentes con nuestros juicios y nuestras lenguas...

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