"Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo".
Cuando dejamos que se vayan acumulando en corazón situaciones sin resolver, peleas sin perdonar, rencores sin sanar, heridas sin curar, todo eso se va "pudriendo" dentro nuestro y nos lleva al odio. Un odio que nace del egoísmo, de la soberbia, de la vanidad, del orgullo de no darnos cuenta que cada uno tenemos nuestro propio lugar y que no todos podemos ser iguales, sino que cada uno tiene que encontrar su propio camino y aprender a resolver situaciones que desgastan el amor, la fraternidad, la paz.
Cuando no solucionamos esas cosas la paz se va alejando de nuestro corazón y dejamos paso a aquél que nos lleva a la perdición, pues comenzamos a escuchar las voces de la venganza, del rencor y se comienza no sólo a planificar la desaparición del otro, como en el caso de José o de Jesús, sino que vamos sembrando nuestro propio rencor y odio en el corazón de aquellos que no saben escuchar y discernir por sí mismos.
"Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
"La piedra que deshecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
El rencor y el odio que dejamos instarlse en nuestro corazón no nos permite apreciar todo lo que Dios nos está dando y por medio de quién nos está hablando, quedamos enceguecidos ante la Luz del Espíritu y despreciamos el Camino que el Señor pone delante de nuestras narices para crecer, para madurar, para alcanzar los Dones que nos conducen a la santidad.
Tenemos un tiempo de especial reflexión: la Cuaresma, que nos invita a mirarnos frente a lo que vivió Jesús, cada lectura nos lleva a preguntar: ¿ no seré yo también como esos? Y si veo en mí algún rasgo de esos es tiempo de pedir el Espíritu para poder convertir mi corazón, para poder sanarlo con la Gracia de la Reconciliación y seguir recorriendo el Camino de la Luz, del Amor, de la Paz.
No desoigamos la Voz del Señor, sino que abramos el corazón a su Amor y dejémonos purificar y sanar por Él.
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