Este pasaje de la muerte de Juan Bautista siempre me parece (a pesar del acontecimiento) interesante para meditar, porque nos habla de la actitud que tenemos frente a los demás. Herodes en cierto sentido apreciaba a Juan Bautista, aunque le cantaba las cuarenta en la cara, pero no quería hacer nada porque la gente lo tenía por profeta, y, en cierto sentido, le apetecía escucharlo.
Pero todas nuestras convicciones o formas de ser cuando estamos frente a algunas personas cambian, somos tan "astutos" que intentamos adecuarnos al entorno y, por eso, más de una vez, dejamos de ser quienes somos para parecer quienes no somos.
Sí, somos muy camaleónicos para no querer "desentonar" o para no tener que andar dando explicaciones de lo que hacemos y por qué lo hacemos. Claro que esto sólo le pasa a los que intentamos vivir una vida santa, una vida de fe, una vida en la que tenemos como principio el evangelio, la oración, la eucaristía.
Como para el mundo la fe es algo que no tiene sentido, y para la mayoría (incluidos católicos) es lo que tienen que hacer las mujeres y los mayores (que para eso tienen tiempo) el resto vivimos de las oraciones de los otros.
Siempre recuerdo aquella anécdota que me contaba una amiga. Sus hijas en la adolescencia y juventud habían renegado de Dios, se habían declarado ateas y agnósticas, e, incluso muy en contra de la vida de su madre. Pero, cuando llegaban los exámenes en el cole o la universidad le pedían a su madre que le rezara y le encendiera una vela a la Virgen para que les fuera bien.
Tonterías que tenemos los hombres creer que si creemos y mostramos nos mostramos hombres de fe vamos a ser más débiles que los que no la poseen. Por eso ante cierta gente nos volvemos ateos o agnósticos, para no parecer débiles o para que no nos comiencen a tirar con basura anticlerical o antiiglesia.
Ese fue el motivo por el que Juan Bautista perdió la vida: la tontería humana de querer quedar bien ante los demás.
Por que los que viven sin fe, sin Dios, sin nada, ellos bien que hacen bandera de lo que viven, porque viven orgullos de ser como son y ¿por qué nosotros no vamos a estar orgullos de ser cristianos? ¿Por qué ocultamos nuestra alegría de ser hijos de Dios? ¿Por qué no hablamos de lo que sentimos cuando rezamos o cuando vamos a comulgar? ¿Por qué nos callamos ante los abusos de los demás?
No seamos herodianos que vamos matando nuestra fe cada vez que nos encontramos con quienes no tienen fe, si hemos sido llamados a ser Luz por nuestra vida de fe, no la ocultemos. Simplemente vivamos orgullosos de haber sido llamados por Dios a la santidad, y por eso nos alimentamos con la oración y los sacramentos, e intentamos llevar una vida coherente con el evangelio.
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