domingo, 9 de agosto de 2015

No pongamos tristes al Espíritu Santo

"Hermanos:
No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final".
¿Por qué poner triste al Espíritu Santo? Es una hermosa frase de San Pablo, y una dolorosa realidad para nuestras vidas. Un podría pensar que puede ser difícil poner triste a Dios, pues el Espíritu Santo, también es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, pero como el Padre y el Hijo, con la misma dignidad y divinidad, por eso, como Persona que es se pone triste con nuestros actos.
El Espíritu Santo sabemos que es Espíritu de Amor, de Verdad, de Fortaleza por eso cuando nuestros actos son en contra de esa realidad se entristece en nosotros, no está Él actuando en nosotros, no porque no quiera, sino porque nosotros tenemos libertad para dejarlo actuar o no. Y cuando alguien está triste lo que menos quiere hacer es estar con alguien, así que a pesar de su Querer actuar en nosotros  no puede, porque nuestras intenciones y acciones van en contra de lo que Él es.
Así cuando no actuamos de acuerdo al Amor, a la Verdad, a la Justicia, a la Esperanza, simplemente Él no está con nosotros y en nosotros, y nos encontramos solos sin su ayuda: hemos perdido la comunión con el Espíritu y debemos volver a encontrarnos con Él, con su Gracia.
¿Cuando concretamente lo ponemos triste? También nos lo dice San Pablo en ejemplos concretos:
"Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo".
Es así que algunas veces, en este Camino de la Vida en Santidad, nos encontramos con Elías, cansados, abatidos y parece que nuestra vida está perdida y lo único que deseamos es dejarnos morir para no tener que sufrir más. Nos hemos alejado tanto de la Gracia de Dios que ya no tenemos las fuerzas necesarias para seguir andando.
Y como a Elías Dios no envía a los ángeles para que nos digan:
 «¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas.»
Pero en muchas ocasiones estamos tan agobiados que no queremos reconocer que ahí está el Pan, que frente a nosotros está la oportunidad para recobrar fuerzas para seguir andando. Preferimos quedarnos con nuestras razones y seguir sin fuerzas a reconocer que los ángeles de Dios tienen razón, que debo alimentarme con el Verdadero Pan para volver a sentirme fuerte para seguir.
Dios siempre pone a nuestro alcance el alimento que necesitamos, pero no siempre lo vemos, o no siempre queremos ver cuál es la solución que Él nos da. Pareciera que nos gustara quedar sin vida, sin fuerzas, sin amor, sin esperanzas, mostrándonos doloridos por nuestras culpas y penas. Y sin embargo, día a día, al amanecer los ángeles vienen a nuestro encuentro y nos vuelven a señalar el lugar donde está el alimento para no desfallecer.
Y nuestra negativa a sus palabras sigue poniendo triste al Espíritu Santo que habita en nosotros.
Dejemos de lado nuestro orgullo y cerrazón y dejemos que los ángeles que Dios nos envía nos ayuden a encontrar el Camino para volver a alimentarnos como necesitamos, para recobrar fuerzas y seguir recorriendo el Camino de la Santidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.