lunes, 10 de agosto de 2015

Somos libres hasta para no ser

"Hermanos:
El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Cada uno dé como haya decidido su conciencia: no a disgusto ni por compromiso..."
¿Por qué somos tacaños al darnos en nuestro día a día? Y no habla san Pablo de la entrega a Dios, sino en general. Nos va dando pautas de cómo usamos nuestra libertad en el día a día, porque el darnos es un acto libre del hombre, de cada uno. El qué hacemos con nuestra vida es un acto libre de cada varón y de cada mujer. En qué nos realizamos y el cómo lo hacemos es una decisión libre de cada uno. Todo depende de cómo nos hemos educado, a quién hemos escuchado y cómo hemos reaccionado a lo que hemos aprendido.
"Por los frutos los conoceréis", nos dice el Señor. Y así es, en la medida en que vamos viviendo, en que vamos creciendo, en que nos vamos mostrando a los demás se va descubriendo qué es lo que creemos, en quién creemos y a quién le hemos entregado nuestra vida.
No hace falta ser muy sabio, ni muy docto para descubrir el por qué cada uno vive como vive, ni de dónde han sacado las ideas que expresa, porque en todas las cosas que hacemos vamos dejando parte de lo que somos, vamos dejando nuestra impronta, nuestra firme.
Pero, además, San Pablo nos ayuda pensar que en la medida en que nos entreguemos a los demás, en esa misma medida hemos de recibir. Hoy en día, por lo general, somos muy egoístas en el pensar o mercantilistas, porque lo primero que pensamos es en lo que vamos a recibir, nos mueve más la respuesta que vamos a obtener de lo que hagamos que el mero hecho de tener que hacer lo debido, el tener que ofrecernos simplemente a obrar el bien.
Seguro que siempre actuamos según nuestra conciencia, pero si decimos que somos cristianos, ¿no tendríamos que actuar según Cristo? ¿No deberíamos actuar y vivir según el Camino que nos dejó Jesús?
Por eso, cuando analizamos y miramos nuestro actuar y nuestra forma de entregarnos en el día a día, vamos a descubrir si, realmente, nuestra conciencia, nuestra libertad está iluminada por la Vida de Cristo, es decir, si me he dejado guiar por la Voluntad de Dios, por el Espíritu Santo o simplemente me llamo cristiano y hago lo que hace todo el mundo que no cree en Cristo. Por que si realmente he decidido seguir a Cristo, mi vida tiene que ser reflejo de la Vida de Cristo:
"El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»
No dejemos que la libertad que nos ha dado el Padre sólo sirva para hacernos esclavos de una vida que no es de Dios.

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