lunes, 24 de agosto de 2015

Dejarnos sorprender por el Amor

"Natanael respondió:
-«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
-« ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Cuando tenemos el corazón dispuestos a creer podemos llegar a creer en las cosas más simples, en las cosas más pequeñas podemos llegar a ver un signo de Dios, descubrir un milagro o sorprendernos por lo que estamos viendo o viviendo. Pero cuando estamos cerrados somos incapaces de descubrir lo maravilloso de la fe, y por eso se nos hace duro el camino y la aceptación de Su Voluntad.
En este pequeño diálogo de la elección de Bartolomé podemos ver cómo Él cree y confiesa la divinidad de Jesús sin siquiera haber visto ningún milagro, ni haberlo escuchado hablar por mucho tiempo: su corazón estaba dispuesto a dejarse sorprender por el Don de la Fe. Así es el corazón de niño: un corazón que en su pureza y sencillez es sensible a la manifestación de los extraordinario aún en las cosas más ordinarias de todos los días.
Muchas veces le exigimos a Dios, y a nuestros hermanos, gestos grandes y extraordinarios para poder creer, para poder aceptar, para poder tomar una determinación. Y nos quedamos esperando días y días sin que esos grande signos aparezcan, sentados esperando, molestos porque no nos dan lo que pedimos y nos vamos hundiendo en la desesperanza de lo que no nos dan. Y, sin embargo, cada día, seguramente, Dios y mis hermanos, me están dando aún más de lo que estoy pidiendo, pero no soy capaz de verlo. Ellos se deshacen cada día en muestras de amor, comprensión, pero no, como no quiero ver, como no quiero aceptar nunca llegaré a descubrir la maravilla de las pequeñas cosas.
Natanael, Bartolomé supo ver en una pequeña frase al Dios que lo estaba llamando, al Dios que estaba alabando su forma de ser:
"Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
-«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Y creyó. Y se alegró. Y se entregó por entero a un Dios que pudo hablarle al corazón.
Sí, a nosotros también nos mira y nos conoce y por eso mismo nos llamó, porque vio la capacidad de nuestro corazón para dejarnos seducir por el Amor, y por eso la capacidad de entregarnos. Es por  eso que, también nosotros, somos apóstoles porque lo hemos conocido, porque lo hemos escuchado y hemos respondido a su llamado, y así, no podemos perder esa capacidad de dejarnos sorprender, de ver más allá de lo que vemos y de aceptar más allá de lo que esperamos, porque nuestra vida están en Sus Manos, y ahora somos nosotros los que tenemos que llevar a nuestros hermanos al encuentro de Jesús, como lo hizo Felipe con Natanael.
Nuestra vida seducida por el Amor es un instrumento para acercar a nuestros hermanos al Amor, llevarlos ante Jesús para que también, ellos como nosotros, puedan dejarse sorprender, puedan abrir el corazón al milagro de la Fe, y encontrar el Camino hacia la Vida.

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