"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
-«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas".
Junto a esta parábola de las doncellas necias y las sensatas, Dios nos propone un estilo de vida por medio de San Pablo:
"Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios".
¿Por qué unir las dos cosas? Porque no podemos alcanzar el Reino de los Cielos viviendo insensatamente. Somos seres racionales y, por lo tanto, Dios quiere que en este Camino no actuemos como si nos llevaran atados de las narices, y nos hubieran quitado nuestra libertad de decisión.
No, somos seres racionales con capacidad de decidir, libre y conscientemente el Camino que queremos recorrer. Pero, si lo hemos decidido, si nos hemos decidido a recorrer el Camino de la santidad, no quiere Dios que seamos necios, sino que actuemos con inteligencia.
¿Por qué con inteligencia? Por que debemos usarla para profundizar en nuestra fe, para madurar en nuestra fe, para que siempre tengamos "razones para creer", razones para defender nuestra fe, razones para no dejarnos engañar por los lobos vestidos de corderos que nos "ayudan" a adornar nuestra fe con creencias paganas y contrarias a nuestro Credo.
Nos damos tan de inteligentes que nos dejamos engatuzar por los credos paganos que "como no son malos" y "como todos los viven", nosotros también los incorporamos a nuestra vida de fe y "como me ayudan a estar bien", vamos "adornando" nuestra fe con criterios y dogmas totalmente contrarios a lo que Dios nos pide vivir.
San Agustín, de quien celebramos hoy su memoria, cuando era pagano vivió como pagano, en una búsqueda constante por la Verdad que le diera sentido a su vida. Gracias a la oración de su madre Mónica, pudo, en un momento de su vida, encontrar esa Verdad y una vez que la encontró la abrazó con toda su alma, mente y corazón; se entregó a ella con todo su ser y alcanzó una vida santa. Esa entrega radical que hizo no sólo fue para él sino que sus razonamientos, sus escritos, su manera de ver el Camino de la santidad iluminaron e iluminan la vida de la Iglesia, aún hoy a muchos siglos de su vida.
Nosotros, como San Agustín, debemos dejar de lado todos los argumentos paganos que hemos ido incorporando en nuestra vida, y dejarnos llenar de la Luz de la Vida, que es Cristo. Usar nuestra inteligencia para ahondar en nuestro Credo y con la oración constante y la fracción del Pan, tener siempre argumentos para creer, razones para defender nuestra fe, fortaleza para vivir intensamente, cada día, el llamado de Dios para ser Sal, Luz y Fermento en el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.