martes, 18 de agosto de 2015

Dios nos espera, esperemos en Dios

"El ángel del Señor se le apareció y le dijo: - «El Señor está contigo, valiente.»
Gedeón respondió: -«Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: "De Egipto nos sacó el Señor" La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas.»
Este diálogo de Gedeón con el Ángel del Señor es muy típico de nuestras vidas, también. Por que más de una vez nos ponemos a discutir con el Señor, porque lo que estamos viviendo no es lo que esperábamos vivir, no es lo que queríamos vivir porque cuando pensamos en nuestra vida con Dios creemos que nada puede llegar a pasarnos, que todo tiene que ser bueno, que no habrá nada que nos haga sufrir, que siempre el Señor estará con nosotros. Por que le creemos a Dios, pero en lo concreto vemos que Él no está.
Así es el diálogo de Gedeón, le hace ver al Señor que no es que no quiera creer sino que a él le parece que lo que quiere creer no es posible vivirlo. Sin embargo el Ángel del Señor sigue insistiendo, quiere que creamos, quiere que seamos más dóciles y que sepamos que el Señor siempre está a nuestro lado, aunque muchas veces nos sintamos desamparados de Su Mano, porque no es que Él vaya a impedir todo lo que nos suceda, sino que va a estar a nuestro lado para que cuando nos sucedan las cosas más duras podamos resolverlas con Su Gracia, con Su Fortaleza, que podamos encontrar el Camino más sencillo y rápido para salir de ellas gracias a Su Sabiduría y a Su Espíritu.
Por eso, aunque creamos que no tenemos ya ni confianza ni esperanza en Dios, Él nos sigue esperando:
"Gedeón insistió: -« Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente. »
El Señor dijo: -«Aquí me quedaré hasta que vuelvas.»
Y Dios nos espera, Él sabe esperar porque tiene todo el tiempo y porque su Amor es infinito. En cambio, nosotros creemos que ya no nos queda tiempo porque nos apremian muchas cosas, porque vivimos corriendo detrás de los minutos y los días, y cuando estamos en soledad, en aridez o en Cruz los minutos se nos hacen eternos, y comenzamos a perder la esperanza, la noche de la fe nos envuelve y se nos cierra el corazón al Amor.
No, no es fácil para el hombre la espera en Dios.
No es fácil porque, en el fondo queremos que Dios obre según lo que nosotros queremos, no hemos renunciado a nuestros criterios ni a nuestros deseos. Seguimos queriendo manejar a Dios a nuestros antojos y por eso no vemos o, mejor dicho, no aceptamos los caminos hacia la Luz que Él nos propone. Y ahí está la riqueza de nuestro corazón, la riqueza que nos impide gustar de Dios y de encontrarnos con la Gracia que nos libera de la opresión de nuestro propio corazón obstinado.
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
-«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
-«Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Por eso Gedeón le entregó al Señor su mejor ofrenda para que el Señor lo confirmara en su fe. Nosotros hemos de entregarle nuestra vida para que Él nos confirme en nuestra fe: vaciarnos de nosotros mismos y confiar en que lo que Él nos dice, aunque lo veamos difícil y complicado, es el Camino para alcanzar la Salvación.

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