lunes, 3 de agosto de 2015

Dadles vosotros de comer

"Jesús les replicó:
-«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Los apóstoles, por lo menos se dieron cuenta que la gente estaba cansada y con hambre, les surgió una preocupación hacia la gente. Eso bueno, y es lo que hoy tenemos que intentar, también, hacer: descubrir qué es lo que los otros necesitan. Pero estamos tan ocupados y preocupados por nosotros mismos que no somos capaces de mirar hacia los demás, salvo que los demás estén bajo el mismo techo y sus problemas afecten mi vida.
Estos tiempos modernos que estamos viviendo nos han vuelto demasiado egocéntricos y egoístas, pues la vida gira en torno mío y para mí, sin tener necesidad de preocuparme de los demás. Aunque haya muchas campañas publicitarias de las catástrofes del hambre, de las enfermedades, de los desastres meteorológicos, de las guerras, sí aportamos para esa gente que está lejos de nosotros, sí somos solidarios ante los desastres.
Pero... miramos al que está a mi lado para ver si necesita algo? Somos capaces de extender la mano para alentar al desalentado, para darle esperanza al desesperanzado, para alegrar el día al que está triste?
¡Dadle vosotros de comer! Pero para darle de comer tengo que saber que tiene hambre, pero si no estoy atento a la vida de mi hermano, de mi prójimo que está próximo a mí ¿cómo voy a saber si tiene hambre? Y es de ese prójimo próximo de quien también me tengo que ocupar.
Pero también tengo que ocuparme de mi vida! Claro! Por supuesto que tienes que ocuparte de lo que a tí te pide el Señor, pero también tienes que ocuparte de tu hermano.
Por que a veces pasamos por el día sin pensar en nuestros hermanos, en aquellos que están a nuestro lado, en aquellos que sabemos que necesitan de mí, y, quizás no porque tengan sufrimiento o dolor, sino que necesitan de mí solamente porque me quieren, porque necesitan que alguna vez tome la iniciativa de ir hacia ellos. Por que el mayor hambre que tenemos que saciar el hambre del Amor, y no del amor a uno mismo porque de ese estamos empachados, sino del hambre del amor compartido y vivido entre hermanos.
No dejemos que las ocupaciones y las preocupaciones de todos los días nos impidan dar amor a quienes amamos, porque cuanto más amor damos más amor recibimos.

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