Si miramos el devenir del Pueblo de Israel, vamos a poder ver y descubrir también, nuestro propio devenir, nuestro propio ir y venir en la vida. En este momento que nos narra el libro el Éxodo vemos cómo el Pueblo se rebela porque no tenían la carne y la cebolla que comían en Egipto, aunque cuando estaban en Egipto clamaban por la libertad porque la esclavitud los estaba matando.
Es que nunca estamos conformes con nada, siempre nos falta algo más, cuando estamos aquí queremos estar allá, y cuando estamos allá añoramos estar aquí. Si le pedimos a Dios algo y no nos lo da es mezquino y no nos escucha, si nos da y no es lo que pedimos, tampoco nos quiere. Somos inconformistas por naturaleza, el pecado nos ha dejado con tantas huellas malas en nuestra vida que nunca nos podremos librar de ellas. Y, por suerte, eso Dios lo sabe. Sabe el Padre cómo somos los hijos.
Lo mismo le pasó a Jesús con su gente:
«Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros".
Claro que lo buscamos por necesidad, lo buscamos por que nos alimenta, porque nos sostiene, nos lo que necesitamos. Pero algunas veces no le creemos tanto, porque lo que nos pide no es tan bueno. Otras veces le exigimos signos y milagros para probar su verdadero amor por nosotros, sin darnos cuenta que el mayor de los milagros y el más grande de los signos lo tenemos en la Cruz: no hay amor más grande que dar la vida por los amigos, y aún sin conocernos y sin conocerlo Él dio su Vida por nosotros. Y ¿seguimos necesitando un signo de su Amor? ¿Seguimos exigiendo que nos muestre que nos ama?
Si todo va bien Dios es bueno, todo Bondad, Amor, Verdad y todo lo demás que quiero decirle. Pero cuando no todo va bien y me parece que no me escucha lo bajo de su Trono y nada de bueno tiene este Dios, porque no escucha, no atiende mis pedidos, ¡no hace lo que quiero! Y por eso le exijo signos y milagros para que muestre que realmente es un Dios que me ama ¡vaya hijo que somos!
"Le replicaron:
- «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."»
Jesús les replicó:
- «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Y ese es el mayor de los signos y el más grande de los milagros, que cada día Él se vuelve a entregar por Amor a nosotros y nos da Su Vida en la Eucaristía, nos da el Verdadero Pan del Cielo, Su Vida, Su Sangre, Su Alma, Su Cuerpo y Su Divinidad, en un simple trozo de Pan que nutre nuestra vida para que tengamos Vida y Vida en abundancia. Esa Vida entregada y recibida, para que crezca en cada uno ha de ser una Vida Compartida y Vivida, Él viene a nosotros para que estemos con Él, vivamos con Él y viviendo para Él nos entreguemos por Amor a nuestros hermanos.
¿Hay mayor milagro que una Vida Plena en el Amor? ¿Hay mayor milagro que sentirnos alimentados por la Vida de aquél que se entregó por amor en la Cruz?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.