jueves, 20 de agosto de 2015

Muchos son los llamados, pocos los elegidos

"Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»
Esta parábola del banquete nupcial puede parecernos muy dura y difícil, pues, como ocurre generalmente, nos quedamos con los últimos dos renglones o dos últimas palabras. En este caso nos podemos llegar a quedar con que el Rey arrojó afuera al que no había traído vestido de fiesta a la boda.
Yo, en realidad, hoy, me quedo con el principio y el final. Sí, porque el principio habla de que el Rey nos invita a una fiesta de bodas, a un banquete nupcial. Una imagen que se repite una y otra vez en la Sagrada Escritura, una imagen que nos habla de lo más bello que podemos imaginar, porque que nos inviten a un banquete nupcial es porque somos parte de esa familia, y esa familia quiere compartir esa gran alegría de una boda. Y es hermoso que podamos participar de un momento tan grande en la vida de una familia: la boda de uno de sus miembros.
Esa es la invitación que nos hace el Señor, pero es mucho más que eso: el Banquete Celestial, las bodas del Cordero, y nuestras propias bodas con el Señor.
Luego de la consagración del Pan y del Vino, en la Misa, y antes de comenzar la distribución de la Eucaristía, el sacerdote dice: ¡Felices los invitados al Banquete Celestial! Es una fórmula que me gusta mucho porque me remite a esa invitación del Señor, a cada uno de de sus hijos, pues a todos nos ha llamado e invitado a este Banquete Celestial, para que aquí, en la tierra, comencemos a gustar del Cielo, ese Cielo que llega a cada uno cuando lo recibimos en la Eucaristía, son las bodas del Cielo y la Tierra, del hombre y Dios.
Pero... siempre hay un pero en nuestras vidas y es el que arruina todo lo mejor que podemos vivir. Pero... no siempre estamos dispuestos a responder con un ¡Sí Voy! a la invitación del Señor. Siempre hay una excusa para no acudir al Banquete Celestial, siendo que ese Banquete son las puertas y es el Camino para el Banquete Eterno. Pero no importa, siempre hay una buena excusa para no responder.
Por eso, cuando el Señor sale a buscar a otros invitados y luego miro la foto de boda comienzo a hablar en contra de los invitados, porque ¡cómo va a estar fulano en esa mesa! ¡no es digno de estar allí! ¡Cómo va a estar mengano con la vida que lleva! Y el Señor dirá: disculpa, pero el banquete estaba preparado y tú no quisiste venir, no tienes derecho a criticar a mis invitados, y por eso, ahora ya no eres bienvenido a mi mesa.
Y así es como me gusta también el final de esta parábola:
"muchos son los llamados y pocos los elegidos", porque creemos que por que tenemos el derecho de ir al banquete podemos ir como queremos, o podemos criticar como queremos a los que han ido. Porque como nos invitaron primero a nosotros, creemos que somos mejores. Y no es así, más cerca del Señor están los que viven con el Señor intentando cada día ser Fieles a Su Voluntad, esos son los elegidos, en cambio los que se quedan en la acera de enfrente con sus derechos de criticar a los que intentan vivir sólo son esos: los que están en la acera de enfrente, pero que no están compartiendo el mismo Banquete Celestial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.