miércoles, 12 de agosto de 2015

Corrección fraterna, una hermosa responsabilidad

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano...".
"Eres responsable de tu hermano" le dijo Dios a Caín, ya en el Antiguo Testamento, y así lo vuelve a ratificar Jesús al hacernos, también, responsables de la vida espiritual de nuestros hermanos. Una responsabilidad muy fuerte y muy seria, porque no sólo hablamos de la vida física de nuestros hermanos, sino de la vida espiritual. Responsabilidad seria porque no sólo implica que debo llamarle la atención por su conducta, sino que debo actuar en coherencia con lo que estoy diciendo y haciendo.
Además es algo que si bien nos gusta hacer con los demás, no nos gusta que lo hagan con nosotros, tengamos el temperamento que tengamos. Nos produce cierta sensación de dolor el escuchar que nos están corrigiendo nuestra manera de actuar, nuestra manera de proceder, porque en el fondo nos molesta saber que nos estamos equivocando y, sobre todo, tengo que aceptar que otro me diga que estoy haciendo mal lo que yo creo que estoy haciendo bien.
Ya desde pequeños, y más de adolescente nos molestaba que nos corrigieran nuestros padres o nuestros profesores. Más aún cuando somos adultos maduros, que creemos que ya sabemos todo y que no necesitamos que nadie venga a decirnos nada, y menos que venga a darme lecciones de lo que tengo que hacer o cómo hacerlo.
Claro que sólo vemos la parte del dolor: me están corrigiendo porque me equivoqué y eso duele. Por eso tenemos que mirar la otra parte: Jesús me dice que lo haga para "salvar a mi hermano". Y en esas pocas palabras hay muchas cosas implicadas: hay una vida que tengo que salvar, la vida espiritual, no vienen a mí porque sólo quieren herir mi orgullo, hacerme notar mi error, sino que lo que importa es que si sigo por ese camino perderé mi vida y Dios y mi hermano no quieren que pierda mi vida. ¿No es acaso eso importante y hermoso: que vigilen y me ayuden a encontrar el camino para madurar mi vida espiritual?
Y, por otro lado, es un acto de amor, porque dice: "salvar a tu hermano", ese alguien no es cualquiera es alguien con quien comparto lo más importante de mi vida: mi familia, en este caso la familia espiritual, no sólo la familia de sangre, sino la familia que nace en la Fuente Bautismal. Y eso me da la pauta que queremos vivir en el mismo Camino. Somos hermanos porque tenemos el mismo Espíritu que nos guía y nos ayuda a Caminar hacia la santidad, y en ese Camino no siempre vemos con claridad, por eso como hermano ayudo a mis hermanos, y mis hermanos me ayudan a mí.
Por eso es tan importante la corrección fraterna, porque día a día me hace mirar hacia afuera, hacia mis hermanos para acompañarlos en el caminar, porque yo, como ellos, soy un instrumento de Dios para acompañarlos en el Caminar diario, para hacerles ver no sólo cuando se equivocan en el camino, sino también cuando van caminando bien. La corrección fraterna es para corregir y también para alentar, no nos olvidemos que también tenemos que estar atentos para alentar y agradecer cuando se Camina bien, esa también es la función del hermano.

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