domingo, 30 de noviembre de 2014

Adviento: esperanza de Vida Nueva

Tiempo de Adviento. Tiempo de Espera, de Esperanza.
Tiempo de madurar nuestra entrega, como María, que no sólo esperó sino que se entregó para que la Promesa se hiciera realidad.
Vivimos en un tiempo en donde todo parece corrompido por la maldad, el egoísmo, el pecado, los delitos; un tiempo donde mires para el lado que mires sólo puedes ver y escuchar que todo está perdido, que todo está podrido, que ya no hay en quien confiar.
Pero hoy Dios nos dice "¡Velad!". Velar no sólo porque el tiempo final está cerca, sino porque también nosotros, como María hemos sido llamados a ser portadores de Esperanza, portadores de Vida Nueva, portadores de una Buena Noticia.
La Esperanza de la Navidad es esperanza cierta de que Dios ha cumplido su Promesa y que llegada "la plenitud de los tiempos" Él nos envió un Salvador, nacido, por obra y gracia del Espíritu Santo de mujer. De una mujer que, como nosotros, también esperaba, esperaba que se hiciera realidad la promesa del Salvador. Y en esa espera Ella tomó partido, se hizo la Esclava del Señor para que la Promesa comenzara a hacerse realidad.
A nosotros, los que hoy esperamos un cambio en nuestra sociedad se nos pide una respuesta. Una respuesta como la de María para que la Palabra se haga vida en nosotros, y esa Palabra y esa Vida transformen mi vida, y mi vida sea el inicio de un cambio en el lugar donde vivo.
Por eso: ¿qué es lo que espero? ¿Qué espero que cambie? Estoy dispuesto a ser parte del cambio o simplemente me contento con criticar y no me juego con cambiar?
María, como todo el Pueblo de Israel, esperaba la llegada del Mesías. María, como todo el Pueblo de Dios anhelaba la salvación y por eso Ella misma abre su corazón a la Palabra, para que la Palabra tomara su carne y se hiciera Hombre, para que como Hombre nos indicara el Camino en la Verdad para encontrar una nueva Vida.
Nosotros, hijos de María, hemos sido llamados y elegidos para ser constructores de un Hombre Nuevo, para que  Fieles a la Vida que María nos entregó en Belén, llevemos a todos los hombres la esperanza de que es posible un cambio en nuestra sociedad, de que es posible que encontremos nuevos rumbos que den frutos de Paz, de Justicia, de Verdad porque en nosotros la Palabra se hizo vida y nos transformó.
Ha sido la Palabra quien nos ha dado un sentido a nuestra vida y ya no sólo nos conformamos con señalar el pecado, ya no sólo nos dejamos agobiar por el pecado, la corrupción, la injusticia, sino que entregamos nuestra vida para que nazca en mí un Hombre Nuevo que sea sembrador de armonía, de paz, de justicia, de fraternidad, de solidaridad, de alegría, de gozo, porque como María soy portador de la Vida Nueva que espero, que esperamos, y que ha nacido en mi corazón.

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