miércoles, 19 de noviembre de 2014

Vivir en Dios

Buenos días, Señor, contigo quiero
andar por la vereda;
Tú, mi camino, mi verdad, mi vida;
Tú, la esperanza firme que me queda.

Recién leía, en la liturgia de las horas, un Sermón de San Agustín, y decía:
"¿Cuál es la explicación de que nos alegremos en el Señor, si Él está lejos? Pero en realidad no está lejos. Tú eres el que hace que esté lejos. Ámalo, y se te acercará, ámalo, y habitará en ti. 'El Señor está cerca. Nada os preocupe."
Y no podría decir otra cosa. Y nos pasa lo mismo en la vida natural, muchas veces creemos que alguien se ha alejado de nuestra vida, porque no me llama, no me habla, no se interesa por mí... Pero el tema es que estamos a la misma distancia y tenemos los mimos medios para acercarnos. Si tanto me interesa que esté cerca de mí, he de acercarme yo primero.
Y aquí juegan (por lo menos) dos cosas que pueden no ser buenas: el orgullo y las matemáticas. El orgullo de decir que "si me aprecia que me lo diga", y aquí se puede decir: "no hagas a otro lo que a ti no te agrada" (Tb 4, 16) o poniéndolo en positivo, has a los demás lo que quieres que hagan por ti.
Y, también juegan las matemáticas en mi contra: yo ya lo he llamado varias veces, que llame Él ahora. Y, como diría alguien: "en el amor no existen las matemáticas".
Si realmente amo, amo y no pongo por delante del amor ni el orgullo, ni la vanidad, ni las matemáticas. Si me hace bien estar con alguien búscalo, llámalo, acércate, deja de lado tu yo y vive el amor.
También, en la relación con Jesús existe otro factor que puede ser muchas veces determinante: que si me acerco mucho Él se acerca más y me va a exigir algo que no quiero dar. El miedo a que Dios me pida lo que no tengo intención de darle, sin pensar que el Amor sólo puede querer de mí mi felicidad, mi plenitud, el gozo más profundo y sincero que puedo vivir.
Pero temo, temo que no quiera renunciar a mi vida, a mi yo, a mis gustos y principios, porque últimamente no sólo estoy con el Señor, sino también fuera del Señor, fuera de su Amor, fuera de su Ley. Porque Él ya nos dijo: "quien me ama cumplirá mis mandamientos, y el Padre y yo vendremos a él y haremos morada en Él". Pero eso de cumplir los mandamientos.... no estoy seguro de querer hacerlo, salvo los que me gustan, pero hay algunos que no me parecen propios para este siglo.
Y por eso no acerco, o no me acerco lo suficiente
Y así me pierdo lo mejor de nuestra vida: que Él habite en mí, que su Amor se haga vida en mí, y con Su Amor, Su Luz, Su Vida, Su Verdad, es decir que el Reino esté en mí y yo viva la alegría de vivir en Dios.

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