El evangelista Lucas nos cuenta que:
"Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí".
¿Qué hacemos nosotros para encontrarnos con Jesús? ¿Hacemos el esfuerzo de ir hacia Él? ¿Dejamos de lado nuestra vergüenza, timidez, pereza, egoísmo o vanidad y vamos hacia Él?
Zaqueo sólo conocía la fama de Jesús, y como todo persona que sabe que va a venir un famoso a su ciudad hizo lo posible por ir a verlo. Y, aunque también él era conocido y un funcionario público no le importó avergonzarse para poder verlo. Y ese valor y esfuerzo tuvo su premio.
Nosotros, que sabemos más que Zaqueo (creo) sobre Jesús, la más de las veces no hacemos ningún esfuerzo por encontrarnos con Él ya sea en la oración, en la reflexión de Su Palabra, y, quizás menos, en la Eucaristía.
Lo peor es que sabemos que cuando rezamos, leemos la Palabra, y sobre todo, cuando recibimos la Eucaristía, nos sentimos bien, recibimos paz, fortalecemos nuestro espíritu, pero... siempre hay algo que nos hace renunciar a lo que es lo mejor para nosotros.
Y así, con esta actitud de pasividad y de poca Gracia, nos volvemos tibios, mediocres, no llegamos a ser quienes deberíamos: hombres santos llenos de la Gracia del Señor que puedan transformar el mundo. No tenemos la fuerza, ni la energía, ni la Gracia necesaria para cambiar, ni siquiera mi pereza por valor para ir al encuentro del Señor.
Por eso a nosotros nos vale lo que dice el Señor, por medio de Juan, en el Apocalipsis:
"Conozco tus obras, y no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca".
¿No será tiempo de reconocer nuestra tibieza? ¿No será tiempo de darnos cuenta que los que hacen más cosas son los otros porque nosotros no hacemos nada? ¿No será tiempo de pensar que el mal que crece en el mundo es por ausencia de personas que se jueguen por el bien? ¿No será tiempo de descubrir nuestra ausencia en el mundo?
Dios nos quiere atentos y vigilantes, pero para ello debemos de dejar de lado nuestras tonterías y decidirnos como Zaqueo a ir al encuentro de Jesús, dejar que Él nos vea y que venga a nuestra vida para que nos aliente, nos fortalezca, nos convierta y nos ayude a ser lo que hemos de ser: hombres santos que con la Gracia del Señor transforman el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.