Hoy San Pablo nos hace una linda sugerencia (aunque, a veces, un poco complicada):
"Habla de lo que es conforme a la sana doctrina.
Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras".
¿Por qué complicado? Porque nos olvidamos cuál es la sana doctrina. Nos vamos dejando convencer de que "como todos lo hacen", creemos que ya está dentro de la doctrina cristiana, y por eso nos vamos convenciendo que eso es lo que tenemos que decir que vale para nuestra vida.
Y, no, no es así. Seguro que muchos no van a estar de acuerdo, pero el Evangelio no se puede ir cambiando como van cambiando las costumbres de los hombres. Los mandamientos, los consejos evangélicos son eternos e inmutables, porque, según nuestra fe es Palabra de Dios.
Los podemos ir explicando de acuerdo a los tiempos, pero siempre seguirán siendo los mismos. Podremos aggionarlos a la manera de vivir, pero siempre serán los mismos, pues es la raíz de nuestra existencia como cristianos.
Por eso es necesario que a medida que crecemos, maduramos, vayamos reflexionando sobre la doctrina de nuestra fe, porque nos hemos quedado con lo aprendido en la catequesis de niños y eso ya no nos da respuestas a lo que vivimos de adultos. Para eso está el Catecismo de la Iglesia que nos ayuda a comprender mejor lo que Dios nos ha dicho en Su Palabra, nos ayuda a reflexionar sobre los principios de nuestra vida de fe.
Claro que para aceptar lo que Dios nos dice por medio de sus instrumentos hemos de entender que la nuestra es una vida de fe, que lo que vivimos es lo que creemos, y que lo creemos es lo que nos han transmitido, y que lo que nos han transmitido es lo que el Espíritu Santo ha creído necesario para nuestra vida de fe.
No podemos entender los consejos evangélicos si no partimos de la fe, de la fe que hemos recibido en nuestro bautismo y que nos da la Gracia para aceptar esta Vida Nueva que nace del Espíritu.
Así me acuerdo de lo que elegimos para el día de nuestra ordenación sacerdotal, que es una frase de la liturgia de la ordenación:
"Cree lo que lees, predica lo que crees y vive lo que predicas".
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