La carta de San Pablo a Tito es una larga recomendación para la educación de la nueva comunidad. Pero es una recomendación que no está basada en la soberbia de aquél que es perfecto desde siempre, siempre sino porque no habiendo sido perfecto encontró el camino de la perfección. Por eso Pablo le dice a Tito:
"Porque antes también nosotros, con nuestra insensatez y obstinación, íbamos fuera de camino; éramos esclavos de pasiones y placeres de todo género, nos pasábamos la vida fastidiando y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros".
Me pareció una hermosa lección, porque, a pesar de la pasión que pone Pablo en la formación de las nuevas personas a imagen de Jesús, y cuánto habla de lo que él es a partir de su conversión, nunca se olvida de lo que fue. Y eso nos da una pauta de que lo que encontró en el cristianismo, en este Camino, es un Camino Nuevo y Verdadero que conduce a la felicidad, a la plenitud.
Sin olvidar quiénes fuimos poner la mirada en la esperanza de un Hombre Nuevo que ha descubierto y quiere vivir la Novedad del Evangelio, por eso se empeña en recuperar la originalidad del ser hijo de Dios.
Y, uno de los valores fundamentales de esa originalidad es la gratitud, un valor que Jesús marca y señala en el Evangelio de hoy:
"¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y no lo señala por que Él necesite que nosotros le agradezcamos lo que hace, pues lo hace por amor, sino porque es necesario para nosotros ser agradecidos, reconocer lo que los demás hacen por nosotros, lo que nos brindan, lo que nos ayudan. No somos el centro del universo y por eso todos han de girar a nuestro ritmo y hacer lo que nosotros queremos, incluido Dios.
Por eso, actitudes de agradecimiento que vemos a nuestro alrededor nos sorprenden como algo extraordinario, cuando tendría que ser lo más ordinario en la vida del hombre: ser agradecido, pedir las cosas por favor, saludar al entrar y al salir, pedir permiso, y tantas otras cosas más que hacen a las buenas costumbres en nuestras vidas.
Lo más hermoso que Jesús quiere rescatar del hombre son sus propios valores, aquellos que lo hacen cada día más humano, para poder así, con la Gracia, ser cada día más santo.
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