domingo, 2 de noviembre de 2014

Camino a la eternidad

"Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él", le dice San Pablo a los Romanos, y nos da a nosotros, los discípulos de Cristo, los hijos de Dios, una nueva visión de la muerte, una nueva visión de la vida.
La muerte ha sido y seguirá siendo un misterio para los hombres, aunque para los que hemos recibido el don de la fe sabemos y creemos que no es el fin de nuestra vida, sino que sólo es el paso a la Nueva Vida, a la Vida eterna en la Casa del Padre.
Porque creemos en la Palabra de Dios, es que sabemos que lo que Él nos dice es Verdad, por eso, antes de partir Jesús les decía a los apóstoles y a nosotros:
"en la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros".
Si Él que entregó su vida en la Cruz por nosotros, que pasó por este mundo haciendo el bien y dándonos razones del Amor del Padre, nos dice que va a prepararnos un sitio en la Casa del Padre, ¿será ese un sitio de oscuridad, sin sentido y sin vida? No. Ese sitio será el mejor sitio que jamás podríamos pensar, es el lugar de donde hemos salido y al cual volveremos para compartir la eternidad en Dios.
Por eso, la muerte, ya no es para el cristiano un camino que nos lleva a la nada, todo lo contrario, es la puerta que se nos abre hacia la vida, y la Vida Verdadera. Por eso, aunque le momento de la muerte nos duela por la partida, no nos quita la esperanza ni nos quita la calma, y por eso el mismo Jesús nos anima a:
-«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí".
Sabemos a dónde vamos, sabemos qué nos espera, pero no por eso lo buscamos sino que nuestro corazón vive tranquilo porque el Padre os espera, porque el Hijo nos acompaña y la Madre nos conduce, en ese momento a la eternidad.
Hoy, y cada día, es un día especial porque los que partieron antes que nosotros a la Casa del Padre, desde allí velan por nosotros, desde allí interceden por nosotros, desde allí desean que nuestra vida tenga también un destello de eternidad, porque la eternidad es el Amor, y el amor es la eternidad en nuestra vida.
La muerte es el último escalón de la escalera al Cielo, y el Cielo es el Reino de Dios, donde estaremos con Él cara a cara por toda la eternidad. Y ese mismo Cielo, con ese mismo Dios, lo podemos compartir en la tierra, cuando el Pan y el Vino se hacen Cuerpo y Sangre y Dios Hijo, con todo su ser se presenta ante nosotros en el Altar: el Cielo viene a nosotros, y compartimos con ángeles y santos un instante de eternidad junto a nuestro Dios y Señor, un instante que nos alimenta la esperanza, fortalece el amor y sostiene la confianza que si Dios está con nosotros y en nosotros, la vida no se acabará, solo se transformará en eternidad.

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