domingo, 10 de mayo de 2015

Soy un hombre como tú

"Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo:
-«Levántate, que soy un hombre como tú.»
"Soy un hombre como tú". Una afirmación simple, completa y extraordinaria. Los apóstoles, aquellos que fueron, son y serán elegidos por Jesús para anunciar la Buena Noticia, son sólo hombre como todos, con sus virtudes y sus defectos, con sus días de pecado y sus días de santidad. Pero ¿qué es lo que tienen de diferente? El haber podido responder a la llamada del Señor.
Pedro al responder a aquél llamado del Señor "dejó todo y lo siguió", y por eso recibió el Don del Espíritu Santo para manifestar a los hombres el gozo de la salvación y mostrar el Camino de la Vida.
Pero San Pedro no es diferente de cada uno de nosotros, es hombre como cada uno de nosotros, tan humano que llegó a negar a Jesús incluso habiendo afirmado contra viento y marea que iría con Él hasta la muerte. Y como nosotros tuvo la valentía de convertirse, nuevamente, y ser así la Piedra donde se comenzó a asentar este Nuevo Edificio que es la Iglesia.
San Pedro nos anima de ese modo a descubrir qué grandes cosas podemos lograr si nos dejamos llevar por el Espíritu de Dios, si, a pesar de nuestros miedos, pecados y defectos, respondemos con generosidad al llamado del Señor. Quizás no a ser apóstoles, quizás no a ser sacerdotes o religiosos, pero sí a ser santos que es el primer paso hacia la Voluntad de Dios.
Por que en el camino de santidad Dios nos puede llamar a vivir cualquier estilo de vida, no pensando en nuestras capacidades sino en la Fuerza del Espíritu que Él mismo nos dará cuando nosotros demos nuestro ¡SÍ!
Claro que esta visión del hombre elegido es mucha veces contradictoria, porque así como muchos se inclinan para adorar a un elegido, a los dos días también se levantan para apedrearlo. Le pasó a Jesús y a todos los que lo siguieron. Porque así como los elegidos son humanos, también los que no responden a su llamado son humanos. Y como hombres todos tendemos a elevar a quienes apreciamos y a despeñar a quienes no queremos.
Lo importante de todo esto es que no tenemos que tener en cuenta, a la hora del llamado del Señor, ni nuestra realidad pues si Él nos llama es por que sabe quienes somos y qué valemos, y por eso nos dará todo lo necesario para llegar a ser quienes Él necesita. Ni tampoco de la valoración de los demás que hoy puede ser de 100 y mañana de -100, pues todo dependerá de si decimos lo que ellos quieren oír o si anunciamos la Verdad.

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