sábado, 30 de mayo de 2015

Desear la sabiduría...

Lo copio todo íntegro porque me parece un texto precioso, un proyecto de vida que tenemos que tener siempre delante nuestro, es del libro del Eclesiástico:
"Doy gracias y alabo y bendigo el nombre del Señor, Siendo aún joven, antes de torcerme, deseé la sabiduría con toda el alma, la busqué desde mi juventud y hasta la muerte la perseguiré; crecía como racimo que madura, y mi corazón gozaba con ella, mis pasos caminaban fielmente siguiendo sus huellas desde joven, presté oído un poco para recibirla, y alcancé doctrina copiosa; su yugo me resultó glorioso, daré gracias al que me enseñó; decidí seguirla fielmente, cuando la alcance no me avergonzaré; mi alma se apegó a ella, y no apartaré de ella el rostro; mi alma saboreó sus frutos, y jamás me apartaré de ella; mi mano abrió sus puertas, la mimaré y la contemplaré; mi alma la siguió desde el principio y la poseyó con pureza".
Desear la sabiduría un hermoso deseo del alma en la que anida Dios, un deseo que nutre el andar de cada día porque necesita de un corazón puro en el que se vayan depositando todas las gracias y todas las vivencias, todos los dolores y todas las alegría, para que en la soledad del otoño de cada día todo lo vivido se haga sabiduría.
Porque es en el otoño cuando toda la sabia de la planta se concentra en ahondar las raíces que sostienen la frondosidad de los grandes árboles, y la sabiduría es el humus que le permite a las raíces alimentar la grandiosidad de los árboles. Sí, somos una pequeña semilla de mostaza, pero si dejamos que la Sabiduría de Dios alimente las raíces de nuestra vida, llegaremos a ser la más grande de las hierbas en donde se refugiarán los pájaros del cielo y daremos sombra y cobijo a todo el que lo necesite.
Sí, podemos ser muy inteligentes, tener muchos títulos y másters, pero sin la sabiduría de Dios nuestra inteligencia no ayuda a responder a la Voluntad del Padre, sin sabiduría de Dios sólo damos respuestas humanas para un mundo que necesita de otra luz, para un mundo que necesita de Dios.
No permitamos que las luces de neón de este siglo XXI nos impidan buscar y encontrar la Verdadera Luz que no sólo ilumina nuestra vida, sino que nos enciende para iluminar las tinieblas del mundo.

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