sábado, 23 de mayo de 2015

La curiosidad como don o defecto

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
Al verlo, Pedro dice a Jesús: - «Señor, y éste ¿qué?»
Jesús le contesta: - «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.»
Hay, en cada uno de nosotros, algo que puede ser un don, una virtud, o un gran defecto: la curiosidad. Sí, la curiosidad es algo bueno si se lo emplea para el bien, claro. Pero como todo don puede ser mal empleado. La curiosidad es aquello que nos lleva a investigar lo que no conocemos, gracias a ello se han inventado muchas cosas buenas, se han conocido otras tantas. Desde pequeños comenzamos a usar la curiosidad para conocer el mundo que nos rodea.
Pero cuando usamos la curiosidad para solamente ser chismosos, ya no es tan buena. Por eso, cuando Pedro quiere "curiosear" sobre el futuro de Juan, Jesús le responde con una respuesta ambigua, pero termina diciéndole ¿a tí qué? Como decir ¿a ti que te importa?
Y ante eso nos tenemos que preguntar ¿a mí por qué me importa conocer tantas cosas de los demás? Claro que puede ser por algo bueno: saber si le sucede algo para ayudarle, para echarle una mano; saber si puedo acompañarlo en el dolor, si puedo darle esperanza, seguridad, confianza en sí mismo para que puede seguir adelante. La curiosidad la podemos emplear para ayudar al hermano, pues es cierto que la vida de mi hermano es responsabilidad mía, porque Dios le dijo a Caín: "eres responsable de la vida de tu hermano y su sangre clama a mí desde la tierra".
Y, Jesús, nos ha dicho: "quien le hace algo a uno de estos pequeños mis hermanos me lo hace a mí", o "porque tuve hambre y me disteis de comer....". Él está en mi hermano, y si me intereso por mi hermano me intereso por Jesús.
Claro que también podemos decir cuál es el efecto inverso o contrario de la situación: que sólo me interese de la vida de mi hermano para echarle tierra encima, para hacerle más daño con mis comentarios, para dañar su imagen o su fama, para dar a conocer su pecado ante la comunidad, para poder hacer que haya una desavenencia con alguien, o generar una pelea con otros. Y, si lo hago con mi hermano es a Jesús a quien se lo hago, pues Él nos dijo: "tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber", "si alguien le hace algo al más pequeño de mis hermanos, más le valdría colgarse una piedra de moler al cuello y tirarse al mar".
La curiosidad es buena, nos ayuda a crecer si la usamos para el bien, y nos ayuda a morir si la usamos para el mal. No dejemos que los malos hábitos del mundo nos lleven a obrar mal con nuestros hermanos, sino que "busquemos el Reino de Dios y su justicia" para que podamos ser constructores de buenas relaciones fraternas para que la paz comience a existir entre nosotros y nuestras comunidad, para que la paz sea un don que construyamos cada día, y no que seamos creadores de discordia, de desavenencias, de enemistades, de guerras y divisiones entre nosotros.
El Espíritu que viene en nuestra ayuda es quien nos da el Don de Ciencia para iluminar nuestras capacidades de ser servidores de la Verdad, la Justicia, y, así constructores de Paz.

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