miércoles, 27 de mayo de 2015

El apetito de poder

"Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
-«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó:
-«¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron:
-«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Aunque no podamos llegar al poder nos gusta siempre rodearnos de gente con poder, así parecemos más poderosos de lo que somos, más inteligentes de lo que somos, más alto de lo que somos, en fin más de lo que somos. El apetito de poder es un defecto que nos dejó el pecado original y no terminamos de darnos cuenta que nos afecta a todos, y que con ese mismo apetito dañamos muchas vidas que, quizás, el día de mañana nos tiendan su mano para ayudarnos.
Hace un tiempo largo una persona (no me acuerdo quién era pero sí de argentina) me pidió que escribiera algo porque veía que ya era muy feo y de mal gusto los insultos que salían de los muros y de las bocas de las personas. Insultos, mofas, burlas ya sea por que ganó mi equipo de fútbol, entonces voy contra el otro equipo o mejor contra los otros. O por que hubo tal hecho en la ciudad e insulto a la gente tratándola de muchas cosas. O por que en este tiempo de elecciones ganó mi partido, o porque los políticos esto o lo otro. O simplemente porque tengo ganas de decir cualquier tontería que he escuchado por ahí y eso me sirve para hacerme sentir grande.
Cuando realmente te das cuenta que una persona sabe ganar? Cuando a pesar de haber ganado no se sube al podio de la soberbia y atenta contra los demás. Por ganar un partido de fútbol, basket, elecciones, o lo que sea no puedo denigrar a mis adversarios, menos cuando son de mi misma familia, de entre mis amigos, de mi pueblo. ¿Qué nos pasa? ¿Produce tanto gozo el humillar a la gente? ¿Nos da tantas alegrías pisarle la cabeza a los demás?
Y lo peor de esto que si lo veríamos hacer en gente que no tiene capacidades, que no son instruidas, que no tienen una profesión, que no se hacen llamar cristianos y personas de fe... Pero ni eso, creo que alguien que ha vivido la dureza de la vida sabe apreciar la vida de los demás. Pero hay quienes exigiendo siempre el respeto de sus derechos, nunca respetan los derechos de los demás.
Los que nos decimos cristianos tendríamos que aprenden un poco más a respetar para ser respetados, a amar para ser amados, a pedir perdón para ser perdonados. Sí, porque nos horrorizamos con las guerras en tantos pueblos, pero no somos capaces de ver cuándo encendemos la mecha de la discordia, de la división, de la confusión en nuestra propia familia, comunidad, pueblo.
Por eso Jesús, cuando Santiago y Juan le piden un "lugar de poder" a su lado, Él les responde:
"Jesús replicó:
-«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.