Dice hoy Jesús:
"Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí... Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada".
Sin mí no podéis hacer nada... dice el Señor. Y ¿qué es esta nada que no podemos hacer sin Él? Por que si miramos a nuestro alrededor hay mucha gente que vive sin Cristo y hacen muchas cosas. Y eso es cierto.
Pero Jesús se refiere a lo que el Padre quiere que seamos: "sed santos porque vuestro Padre Celestial es santo, sed perfectos porque vuestro Padre Celestial es perfecto".
Nuestro camino o nuestra meta como cristianos es la santidad, y no hay otra meta posible pues es Él quien nos ha llamado y nos ha dado Su Espíritu para que alcancemos esa meta. Pero llegar a la meta es una carrera constante, como la define San Pablo, una carrera en la que necesitamos permanecer en Su Camino, en Su senda para llegar hasta el final. Y esta carrera es una carrera en la perfección de la vivencia del Amor:
"Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio".
Un mandamiento nuevo que no es el que siempre tenemos en nuestra mente y en el corazón, porque el amor que Jesús nos pide vivir no es el amor que vivimos nosotros, sino "amar como Él nos amó", dice San Juan. Y ese amor es muy distinto al que habitualmente queremos vivir (aunque siempre se lo exigimos a los demos para con nosotros, pero no nosotros para con los demás)
Por eso, permanecer en Cristo no sólo es rezar encerrado en mi casa viendo pasar a los pecadores lejos de mí, sino estar en Él, vivir con Él, vivir para Él. Permanecer en Cristo es tener que, no sólo rezar y sentirme bien en mi burbuja de egoísmo y vanidad, sino salir de ella y buscarlo, buscarlo en mi hermano, buscarlo en su Palabra, buscarlo en la Eucaristía. Porque el Amor Verdadero que nos exige nuestra vida cristiana sólo es alimentado por el Pan de la Eucaristía, porque sólo ese Alimento me da la fuerza para "amar a mis enemigos y rezar por los que me persiguen", para amar al que tengo a mi lado y para amar al que está más alejado, para saludar a quien me ha despreciado y abrazar al que me necesita.
Nuestra vida es una Carrera hacia la santidad, una santidad en el Amor, y para correr necesitamos el alimento que nutre nuestro espíritu y que nos sostiene en las debilidades, y nos da fuerzas para amar sin medida, para amar como Él nos amó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.