domingo, 31 de marzo de 2019

Libertad y confianza

Cuando comenzamos a leer, por ejemplo, esta parábola del hijo pródigo enseguida, quizás, dejemos de leerla porque ya sabemos qué dice y cómo finaliza. Pero no te quedes en la mitad ni en el comienzo, porque la Palabra de Dios no es como una película que has visto más de dos veces y siempre dice lo mismo, no, la Palabra de Dios te puede decir muchísimas cosas en distintos momentos de tu vida. Por eso siempre hay que leerla aunque sepamos cómo termina.
En este caso quería detenerme en el padre de la parábola, si bien sabemos que Jesús quiere referirse al Padre Celestial y a su misericordia, también quería hacerlo en referencia a los padres de la tierra. Porque si miramos al padre en relación a los dos hijos vamos a ver la forma de relacionarse del padre con sus hijos adultos: les da completa libertar pero nunca sabrá lo que piensan y quieren cada uno. ¿Por qué? Porque los padres no tienen la capacidad de leer el pensamiento. Y esto me surgio al ver la reacción del hijo mayor de la parábola.
El hijo mayor le critica al padre que nunca le había dado un cabrito para hacer una fiesta con sus amigos, pero ¿le había pedido el cabrito para hacer la fiesta con sus amigos? ¿no pretenderá que el padre sepa que quería hacer una fiesta con sus amigos? Y esto me hace acordar cuando la gente viene al confesionario y te dice: no se padre, pregúnteme usted por mis pecados. Y yo le digo: hay infinidad de pecados ¿cuáles te pregunto?
El padre no puede imaginarse lo que cada hijo quiere o pretende, sólo cuando hay diálogo profundo y sincero se puede conocer lo que cada uno siente, pero muchas veces no nos ponemos a dialogar, no nos damos tiempo para conversar sobre nuestras vidas y damos por supuesto que el otro sabe lo que estamos pensando.
¿Podría el padre suponer que el hijo menor se iba a gastar todo el dinero y que iba a terminar así? Quizás sí, eso sí se puede suponer porque cuando uno no tiene nada en la cabeza y sólo busca fiesta, eso se ve desde muy lejos. Pero ¿podía el padre negarle lo que le correspondía y prohibirle irse de la casa? No, no puede porque el hijo está ejerciciendo su derecho a la libertad y debe hacer su propia vida. Pero nadie puede prohibirle al padre recibirlo con alegría porque ha regresado, y, sobre todo, porque ha pedido perdón por haberse equivocado.
En cambio el hijo mayor no supo compartir y disfrutar de lo que tenía. Tenía libertad en su casa, pero le faltaba la confianza necesaria para hablar con su padre de lo que quería, sentía y necesitaba. O quizás por falsa humildad no quería usar nada de lo que tenía. Pero, finalmente todo explota y explota mal ¿habrá entrado a la fiesta? ¿Finalmente se habrá ido de su casa por enemistarse con su padre? Cuando dejamos que el rencor se instale en nuestro corazón, cuando vamos dejamos "cosillas" guardadas pra decirlas después, generalmente estropeamos una relación y después no sabemos cómo solucioinarlo, porque la vanidad, el orgullo o la soberba nos impiden reconocer nuestro error.

sábado, 30 de marzo de 2019

No soy como esos

"En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás"...
¿Cuántas veces nos sucede esto: nos consideramos mejores que los demás y nos damos el "lujo" de señalar a los demás con el dedo de la justicia y de la santidad, o eso nos creemos, que somos más santos y más capaces que los demás, sólo porque hacemos las cosas diferentes o hemos podido crecer más.
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
Quizás no seamos tan "bordes" (como se dice por aquí) sino que podemos llegar a ser mas suaves en las críticas, y encima nos creemos que lo que hacemos está bien porque no critico por criticar, sino que lo hago para mostrar el error. Pero, quizás, no he mirado bien al otro; no he buscado sus cosas buenas, su buen hacer, me he quedado con lo que no me gustaba o con lo que me dijo o con... siempre encontramos una excusa, un error, una manchita para poder excusar mi actuar y ponerme la medalla del mérito para que me otra oportunidad de no apreciar la obra de los demás.
"El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador"
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
En nuestras oraciones, seguramente, le pedimos al Señor que tenga compasión de nosotros, que perdone nuestras ofensas, que nos de el pan de cada día, pero no siempre actuamos del mismo modo con los demás; no siempre miramos con compasión a nuestros hermanos para poder ayudarlos en diario quehacer, no siempre le damos de comer al hermano que necesita de nuestra alegría, de nuestra esperanza, de nuestra paz; no siempre perdonamos como esperamos que nos perdonen a nosotros, porque yo sí que soy digno de ser perdonado, pero los demás....
No seamos imprudentes con nuestros juicios y nuestras lenguas...

viernes, 29 de marzo de 2019

No somos dioses

Le dice el Señor al Pueblo por medio de Oseas:
"Decidle: “Tú quitas toda falta, acepta el pacto.
Pagaremos con nuestra confesión:
Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos".
"No llamaremos ya "nuestro Dios" a la obra de nuestras manos", es la frase que más me sorprendió porque, muchas veces, creemos que lo que hacemos es obra nuestra y por que es obra nuestra no es de Dios, y vamos endiosánonos, cada día, un poco más. Creemos que nuestra vida es nuestra, que nuestra familia es nuestra, que todo lo que hago y tengo es nuestro... sin embargo, de todo eso, un día no quedará nada... ¿en verdad era todo mío? ¿Por qué no puedo llevarme todo eso el día que deje este mundo?
Es cierto, nos creemos dioses de todo lo que tocamos, y nada es nuestro, todo es de Dios. Ese deseo de ser dioses nos lleva, muchas veces, a la desesperación y ansiedad de querer hacer todo y de querer tener todo, y eso nos quita la paz, no nos permite amar como es debido, no nos permite disfrutar de las cosas que Dios nos va regalando y va poniendo a nuestro lado. Y así nace el miedo a perderlo todo, un miedo que se va adueñando de nuestras vidas y nos quita todo deseo de ser. ¿Ser para qué?
El tener es el arma que usa Satanás para engañar a nuestra alma, para no dejar a nuestra alma descansar más en Dios, en el Verdadero Dios, que es quien nos da lo necesario para poder alcanzar la meta de la salvación.
El tener es el arma que nos hace envidiar y nos hace creernos que tenemos el poder sobre todo lo que es nuestro, y sin embargo, llega un día que descubrimos que no tenemos el poder, que no tenemos el nombre que creíamos, que lo que habíamos realizado no hubiera servido para nada.
Porque el verdadero poder es el servicio por amor, el servicio por amor que nos enseñó Jesús con su vida, pero no siempre lo entendemos, porque en cuanto comienzo a servir me apodero de lo que hago y me transformo, por egoísmo y vanidad, en el Señor de todo. No caigamos en la tentación que nos tiende Satanás de hacernos creer los dueños y señores, porque "el Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por una multitud", por eso hoy nos pide un reconocimiento sincero de nuestra realidad: ¿nos hemos transformado en dueños y señores de las cosas? ¿creemos que nos han quitado el poder y por eso renegamos y no amamos? ¿creemos que no podemos alcanzar lo que queremos y por eso renunciamos a creer?
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y arrepentido y ayúdanos a ser imitadores tuyos en al entrega en el servicio por amor, y no permitas que nos hagamos dueños de la Obra de tus Manos.

jueves, 28 de marzo de 2019

Nuestra ofrenda espiritual

Del Tratado de Tertuliano, presbítero, Sobre la oración

    La oración es una ofrenda espiritual que ha eliminado los antiguos sacrificios. ¿Qué me importa -dice- el número de vuestros sacrificios? Estoy harto de holocaustos de carneros, de grasa de becerros; la sangre de toros, corderos y chivos no me agrada. ¿Quién pide algo de vuestras manos?
    El Evangelio nos enseña qué es lo que pide el Señor: Llega la hora -dice- en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque Dios es espíritu y, por esto, tales son los adoradores que busca. Nosotros somos los verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes, ya que, orando en espíritu, ofrecemos el sacrificio espiritual de la oración, la ofrenda adecuada y agradable a Dios, la que él pedía, la que él preveía.
    Esta ofrenda, ofrecida de corazón, alimentada con la fe, cuidada con la verdad, íntegra por la inocencia, limpia por la castidad, coronada con el amor, es la que debemos llevar al altar de Dios, con el acompañamiento solemne de las buenas obras, en medio de salmos e himnos, seguros de que con ella alcanzaremos de Dios cualquier cosa que le pidamos.
    ¿Qué podrá negar Dios, en efecto, a una oración que procede del espíritu y de la verdad, si es él quien la exige? Hemos leído, oído y creído los argumentos que demuestran su gran eficacia.
    En tiempos pasados, la oración liberaba del fuego, de las bestias, de la falta de alimento, y sin embargo no había recibido aún de Cristo su forma propia.
    ¡Cuánta más eficacia no tendrá, pues, la oración cristiana! Ciertamente, no hace venir el rocío angélico en medio del fuego, ni cierra la boca de los leones, ni transporta a los hambrientos la comida de los segadores (como en aquellos casos del antiguo Testamento); no impide milagrosamente el sufrimiento, sino que, sin evitarles el dolor a los que sufren, los fortalece con la resignación, con su fuerza les aumenta la gracia para que vean, con los ojos de la fe, el premio reservado a los que sufren por el nombre de Dios.
    En el pasado, la oración hacía venir calamidades, aniquilaba los ejércitos enemigos, impedía la lluvia necesaria. Ahora, por el contrario, la oración del justo aparta la ira de Dios, vela en favor de los enemigos, suplica por los perseguidores. ¿Qué tiene de extraño que haga caer el agua del cielo, si pudo impetrar que de allí bao jara fuego? La oración es lo único que tiene poder sobre Dios; pero Cristo no quiso que sirviera para operar mal alguno, sino que toda la eficacia que él le ha dado ha de servir para el bien.
    Por esto, su finalidad es servir de sufragio a las almas de los difuntos, robustecer a los débiles, curar a los enfermos, liberar a los posesos, abrir las puertas de las cárceles, deshacer las ataduras de los inocentes.
La oración sirve también para perdonar los pecados, para apartar las tentaciones, para hacer que cesen las persecuciones, para consolar a los abatidos, para deleitar a los magnánimos, para guiar a los peregrinos, para mitigar las tempestades, para impedir su actuación a los ladrones, para alimentar a los pobres, para llevar por buen camino a los ricos, para levantar a los caídos, para sostener a los que van a caer, para hacer que resistan los que están en pie.
    Oran los mismos ángeles, ora toda la creación, oran los animales domésticos y los salvajes, y doblan las rodillas y, cuando salen de sus establos o guaridas, levantan la vista hacia el cielo y con la boca, a su manera, hacen vibrar el aire. También las aves, cuando despiertan, alzan el vuelo hacia el cielo y extienden las alas, en lugar de las manos, en forma de cruz y dicen algo que asemeja una oración.
    ¿Qué más podemos añadir acerca de la oración? El mismo Señor en persona oró; a él sea el honor y el poder por los siglos de los siglos.

miércoles, 27 de marzo de 2019

La sabiduría de la Fidelidad

Cuando Moisés le dio los mandamientos al Pueblo de Israel les dijo:
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos..."
Sabía que lo que les estaba dando no era una invención humana sino que era algo que el Señor le había transmitido y le había dado para Su Pueblo. Unos mandamientos eran para su sana convivencia y para alcanzar aquello que tanto anhelaban: la Tierra Prometida.
Lo que sorprende de esta exhortación de Moisés es que les diga: "observadlos y cuplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos..." Observadlos y cumplidlos, porque no sólo sirve observar, conocer sino que también hay que cumplir con la norma aceptada, hay que vivir con lo que he aceptado vivir. Porque el Señor le dio a elegir al Pueblo ser de Dios o no serlo, por eso les dio los Mandamientos, para que puedan vivir de acuerdo a lo que han elegido: "pongo ante tí la vida y la muerte, el bien y el mal, tú eliges..."
Y la sabiduría está en que al elegir vivo de acuerdo a la elección que hice, porque cuando no vivo de acuerdo a lo que he elegido vivir, entonces muestro mi incoherencia de vida, pues para qué digo que soy cristiano si no vivo como Cristo. Porque no puedo, ni siqueira Jesús pudo modificar la Ley y los Profetas:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos".
Cuando nos ponemos tozúdamente a querer cambiar el Camino es porque no queremos vivir lo que hemos elegido, no podemos modificar las Reglas del Juego a nuestro antojo, si no queremos vivir dejemos de llamarnos o pertenecer a tal o cual lugar, pues si hemos hecho una elección de vida, entonces se coherente con las Normas de Vida que has elegido vivir.
Ahí radica nuestra sabiduría e inteligencia: en la coherencia o Fidelidad a la Vida.

martes, 26 de marzo de 2019

No se olvida de Alianza

"En aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzo la voz en medio del fuego y dijo:
«Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia".
Muchas veces encontramos en la Sagrada Escritura esta oración de alguno de los personajes, en este caso de Azarías, que le pide a Dios que no se olvide de su misericordia. Un pedido que en algún momento también sale de nuestros labios y de nuestro corazón. Una sensación que nos parece o se nos aparece cuando no "sentimos" la presencia de Dios o cuando creemos que Dios ya no está junto a nosotros, que no nos escucha, que no hace lo que le pedimos...
Pero ¿es que Dios puedo olvidarse de su Alianza?
Hay vairos pasajes que siempre me han ayudado a mantener firme mi esperanza en el Señor, aunque en algunos momentos haya sentido la misma sensación, pero siempre es bueno recordar que Él nos ha dicho:
"Te llevo escrito en la palma de mis manos y te cuido como la niña de mis ojos"; "aunque una madre se olvide del fruto de sus entrañas yo no te olvidaré". Y otras tantas veces Jesús nos ha hablado de la misericordia del Padre, y nos ha dado razón suficiente para saber que, aunque el tiempo pase, no pasa el Amor del Padre por sus hijos.
Y por si nos faltara poco tenemos que recordar que la Última Alianza y la Nueva Alianza no se selló con algo sin valor, sino que fue sellada con la Sangre del Hijo Único de Dios, con la Sangre de Jesús. ¿Puede entonces el Padre olvidarse de su Alianza?
¿No será que nuestro permanecer en Dios no es el mismo de siempre? ¿No será que nuestra vida no está siempre en las Manos del Señor? ¿O será acaso que creemos como los paganos que Dios tiene que hacer todo lo que yo quiero y no yo hacer lo que Dios quiere? ¿Acaso Jesús fue olvidado por el Padre y por eso padeció en la Cruz?
La Cruz de Cristo es la que le da sentido a todas nuestras cruces, por eso san Pablo podía decir:
"Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo lo que falta a las tribulaciones de Cristo en mi carne, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia".
Cuando descubrimos el sentido de la Cruz de Cristo para nuestra vida ya no tenemos la sensación que en cada Cruz el Señor se ha olvidado de mí, sino que, como al Hijo Único nos pide "ayudar" a la salvación de los hombres, comenzando por mí mismo.
"Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados.
Que este sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia: porque los que en ti confían no quedan defraudados".

lunes, 25 de marzo de 2019

Fidelidad de María

Una fiesta litúrgica que la podemos pensar desde varios nombres: la Anunciación del Ángel a María, la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María, el Sí de María a Dios y la Encarnación de su Hijo. Todos nombres que nos ayudan a meditar en este hermoso milagro del Amor de Dios por los Hombres, porque, en definitiva, no es otra la causa de la Encarnación del Hijo de Dios que el Amor que el Padre nos tiene. Creó por Amor al Hombre y la Redimió por el mismo Amor, y no podía haberlo realizado de mejor manera que naciendo y viviendo como cada uno de nosotros, para que reconozcamos en Él el Camino para llegar a Dios.
Pero en este día lo que siempre me gusta mirar es a la persona de María, la pequeña María pero grande en su espíritu y su corazón. Porque sólo quien ha madurado en su espíritu, lo cual no se consigue sólo con la edad, puede llegar a vaciarse de su yo y disponerse de tal manera que se transforme en esclavo siendo libre.
Sí, el Sí de María nos ayuda a ver que para poder estar disponible para Dios tenemos que vaciarnos de nosotros mismos, dejar de ser YO para alcanzar la plenitud de nuestro YO. Una contradicción que en María lo vemos con total naturalidad y con mucha claridad. María se hizo la "esclava del Señor" y el Señor la convirtió en Bienaventurado por todas las generaciones y la llamamos Feliz a quien se dejó conducir por la mano de Dios.
Nosotros alabamos y estamos ligados a María, no sólo como Madre del Hijo de Dios, sino como Madre nuestra, pero no siempre tomamos su ejemplo de entrega a las Manos de Dios para alcanzar la Bienaventuranza que buscamos. Porque, de una u otra forma, todos buscamos lo que María alcanzó: "me llamarán feliz todas las generaciones". Esa Felicidad que María alcanzó por su total disponibilidad a la Voluntad de Dios es lo que nuestro corazón anhela ardientemente, pero no siempre nuestro espíritu está tan maduro como el de María para disponerse abiertamente a vivir en Fidelidad a la Palabra de Dios.
"¡Felices los pechos que te amamantaron y los brazos que te acunaron!" le dijeron a Jesús, y él respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican". Y así definió la felicidad plena que alcanzó su Madre, porque ser madre biológica no fue lo más grande que hizo María, sino que su grande está en su Pequeñez y Disponibilidad para escuchar y practicar la Palabra de Dios.
Hoy, al mirar a María, descubramos en su pequeñez la madurez y grandeza de su espíritu para poder vivir en Fidelidad a la Palabra de Dios, para poder estar siempre disponible para Dios, porque ese es el Camino que también vivió junto a Su Hijo, y que su Hijo nos propuso como modelo de Vida: Yo soy el Camino. Que el Espíritu Santo nos ayude a madurar en disponibilidad a Dios para que podamos alcanzar la Felicidad que María alcanzó por su Fidelidad.

domingo, 24 de marzo de 2019

Lugares sagrados

Hoy leemos en el Génesis el episodio en el que Moisés se encuentra con Dios, con un Dios que le habla desde una zarza. Cuando Moisés se acerca, le dice Dios:
«No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado».
Y fue una frase que me asombró anoche y me puse a pensar, en la homilia: "es terreno sagrado" y por eso había que descalzarse. Y creo que era porque en el calzado traemos todo lo que vamos acumulando durante nuestro caminar fuera del terreno sagrado. Deslcazarse es un rito que hacen muchos: los musulmanes antes de entrar en su mezquita, los budistas también, incluso sabemos que algunas culturas lo hacen antes de entrar en sus casas. Para algunas culturas no sólo el templo es ámbito sagrado sino también sus casas familiares, dando así a entedener que su familia es algo sagrado y por eso hay que preservarla de las impurezas que vienen de afuera del hogar.
En la época de Jesús se estilaba lavar los pies al visitante que venía de afuera, sobre todo porque no se sentaban a la mesa como nosotros porque no tenían sillas, sino que comían o cenaban como acostados a la mesa, y entonces no se podía tener los pies sucios para eso.
Estos ritos nos demuestran la importancia de reconocer un ámbito sagrado, un lugar sagrado, un abiemte o lugar sagrado, que al llegar a él todo cambia, algo se modifica para que me de cuenta que estoy por llegar a un lugar diferente y que tengo que cuidarlo, que preservarlo de la "contaminación" de afuera.
En nuestras iglesias, generalmente no sucede lo mismo. Es claro que no nos quitamos los calzados antes de entrar. Pero tampoco entramos a un Templo cristiano o católico teniendo en cuenta a dónde ingresamos. Muchas veces parece que se entra a un bar, a una confitería, o que seguimos en la plaza porque se sigue hablando en voz alta como si no pasara nada. Incluso vez gente que se arrodilla en el banco y se pone a hablar con el de adelante o el de su costado que, también, está arrodillado. ¡Cosas que no entiendo!
Incluso, cuando hay un hermoso rito al comenzar la misa que, no siempre, lo sabemos o lo respetamos, porque no llegamos a tiempo. Al comenzar la misa, lo primero que se hace es limpiar el corazón. No nos quitamos los zapatos por las impurezas del camino, sino que nos quitamos los pecados que hemos cometido y nos hacen impuro el corazón, para que purificados podamos recibir las Gracias que el Señor tiene preparadas para ese día. El pedido de perdón y la absolución del comienzo de la misa me preparan para la celebración de la Eucaristía, purifican mi corazón para que haga sagrado el mejor templo del Espíritu que es mi propio cuerpo. Por eso tenemos que respetarlo. Pero no lo hacemos porque no tomamos conciencia de lo sagrado que es el Templo-Iglesia y el Cuerpo-Templo del Espíritu Santo.

sábado, 23 de marzo de 2019

Hijo pródigo y mayor

La parábola del Hijo Pródigo, a veces, ni terminamos de escucharla o leerla porque ya sabemos lo qué dice y cómo termina. Pero es una parábola muy rica en significados para nuestra vida y, creo, que nunca terminaremos de "sacarle todo el jugo" que tiene. Recien cuando la leía me vino una frase a la mente (de esos refranes populares): "el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen". Y así le pasó al hijo menor de la parábola.
Y hasta se podría pensar que le hizo muy bien irse de la casa de su padre. Claro está que no estuvo bien cómo se gastó el dinero, pero esa experiencia le ha servido para ponerse a pensar qué es lo que despreció, es decir, no supo apreciar lo que tenía junto a su padre. Que es lo mismo que sale en las palabra del hjo mayor, porque el reclamo que le hace al Padre es porque nunca valoró lo que tenía y ni tampoco supo disfrutarlo junto a su familia.
Creo que, en definitiva uno y otro no supieron valorar lo que tenían junto a su padre: uno porque pensaba que la vida fuera de su padre era maravillosa y que lo que tenía le iba a durar toda la vida sin ponerse a trabajar, el otro porque no supo disfrutar de lo que tenía, sino que sólo supo trabajar y guardarse para sí lo que pensaba, hasta que un día reventó.
¿Cuál es nuestra conducta? ¿Cúal de los dos hijos somos?
¿Lo que tenemos lo sabemos apreciar? ¿Sabemos darle valor a nuestra familia? ¿Pasamos tiempo con ellos y sabemos compartir nuestro tiempo con ellos?
¿Voy guardando dentro mío envidias hacia otros? ¿Voy dejando pasar cosas que tendría que haber hablado a su tiempo: "a mí nunca me diste un ternero para compartir con mis amigos", dijo el hijo mayor? ¿Lo has pedido?
Hay otra frase que es muy popular, también: "siempre valoramos las cosas o las personas cuando ya no las tenemos". Y es cierto. Muchas veces tenemos tanto y a tantos a nuestro alrededor que no sabemos valorarlos. O no sabemos convivir con ellos.
Así nos pasa con los maravillosos regalos de Gracia que tenemos en nuestra Iglesia: no sabemos valorar la Palabra de Dios porque no es nuestro libro de cabecera para iluminar nuestra vida, no valoramos la Eucaristía como nuestro principal alimento que nos da Vida, y es la Persona misma de Jesús que viene a nuestro encuentro y que no espera en cada Sagrario; no valoramos la Gracia del Sacramento de la Reconciliación porque decimos que "nada le tenemos que decir a un hombre", y por eso no descubrimos que en ese hombre-sacerdote está el mismo Jesús que escucha y perdona...
No busquemos tesoros fuera de nosotros mismos, porque el tesoro está en nuestro interior: el Espíritu Santo que nos fue dado el día del Bautismo, es Él quien nos ayuda a valorar los Dones de Dios y a transformar nuestra vida a imagen de Jesús, el Hijo que nos prodigó su Vida en Amor por obediencia al Padre.

viernes, 22 de marzo de 2019

La semilla del rencor

"Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo".
Cuando dejamos que se vayan acumulando en corazón situaciones sin resolver, peleas sin perdonar, rencores sin sanar, heridas sin curar, todo eso se va "pudriendo" dentro nuestro y nos lleva al odio. Un odio que nace del egoísmo, de la soberbia, de la vanidad, del orgullo de no darnos cuenta que cada uno tenemos nuestro propio lugar y que no todos podemos ser iguales, sino que cada uno tiene que encontrar su propio camino y aprender a resolver situaciones que desgastan el amor, la fraternidad, la paz.
Cuando no solucionamos esas cosas la paz se va alejando de nuestro corazón y dejamos paso a aquél que nos lleva a la perdición, pues comenzamos a escuchar las voces de la venganza, del rencor y se comienza no sólo a planificar la desaparición del otro, como en el caso de José o de Jesús, sino que vamos sembrando nuestro propio rencor y odio en el corazón de aquellos que no saben escuchar y discernir por sí mismos.
"Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
"La piedra que deshecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
El rencor y el odio que dejamos instarlse en nuestro corazón no nos permite apreciar todo lo que Dios nos está dando y por medio de quién nos está hablando, quedamos enceguecidos ante la Luz del Espíritu y despreciamos el Camino que el Señor pone delante de nuestras narices para crecer, para madurar, para alcanzar los Dones que nos conducen a la santidad.
Tenemos un tiempo de especial reflexión: la Cuaresma, que nos invita a mirarnos frente a lo que vivió Jesús, cada lectura nos lleva a preguntar: ¿ no seré yo también como esos? Y si veo en mí algún rasgo de esos es tiempo de pedir el Espíritu para poder convertir mi corazón, para poder sanarlo con la Gracia de la Reconciliación y seguir recorriendo el Camino de la Luz, del Amor, de la Paz.
No desoigamos la Voz del Señor, sino que abramos el corazón a su Amor y dejémonos purificar y sanar por Él.

jueves, 21 de marzo de 2019

No confiemos en los hombres

Esto dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto".
Una hermosa frase del profeta Jeremías para meditar. Bueno, hermosa en realidad no es porque son palabras duras, pero es hermosa porque nos habla de una realidad que no siempre tenemos en cuenta.
Y... me imagino que estarás pensando en esa persona en la que has confiado y te ha defraudado ¿verdad que sí? Y sí, un poco se refiere a eso. Pero, en realidad también se refiere a mí y a tí. Sí, porque también nosotros ponemos, muchas veces (y muchas veces más) la confianza en nosotros mismos: en nuestro pensamiento, en nuestro querer, en nuestra vanidad, en nuestro orgullo... sin preguntarnos si Dios lo quiere así o no, si tal cosa o tal deseo es de Dios o no es de Dios. ¡Ves! Hemos puesto la confianza en el hombre y no en Dios.
Y ¿por qué maldito el hombre que pone su confianza en el hombre? Te lo dice el Señor después:
"Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce?
Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones».
Pero ¿no hemos sido creados por Dios? Sí, hemos sido creados por Dios, pero hemos caído en el pecado original, y, lamentablemente, todos tenemos, como dice San Pablo, esa espina clavada en nuestro corazón que siempre nos está inyectando el mismo veneno. Por eso mismo, cuando Jesús nos invitó a seguirlo nos dijo: "quien quiera venir en pos de mí niéguese a sí mismo", por Él, como Dios, sabe que nuestro corazón está enfermo de pecado original "que no hace lo que debe sino lo que no quiere", y por eso necesitamos tomar conciencia de que aunque parecemos que somos buenos, y que nuestros pensamientos son "cosa buena", porque no pensamos nada malo, no siempre todo lo que se me ocurra será de Dios.
Por eso mismo tenemos que saber que nuestro corazón, como el de aquél que me hizo daño o me traicionó, también está enfermo y no debo confiar en él, sino que debo buscar el encuentro con el Señor, Él conoce mi corazón, sólo Él lo puede sanar, y sólo Él me puede indicar el Camino a recorrer, así "seré un árbol plantado junto al agua, qu ealarga a la corriente sus raíces...".

miércoles, 20 de marzo de 2019

Tramemos contra él

Leemos hoy en el libro del profeta Jeremías:
Ellos dijeron:
«Venga, tramemos un plan contra Jeremías, porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».
Hazme caso, Señor, escucha lo que dicen mis oponentes.
¿Se paga el bien con mal?, ¡pues me han cavado una fosa!
Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera".
¿Por qué la gente se vuelve en contra del Profeta? Porque el Profeta les dijo, de parte de Dios, algo que no querían escuchar. Es lo que nos sucede muy a menudo: todos somos buenos hasta que decimos algo que los demás no quieren escuchar, a partir de ese momento nos volvemos los más malos del mundo y se los podemos quitar del medio de nuestras vidas y de la historia mejor.
No sucede sólo con el profeta, sino que lo hicieron con todos los profetas y hasta con el mismo Jesús, les molestaba tanto a los Sumos Sacerdotes y Fariseos que comenzaron a tramar un plan para quitárselo del medio, hasta que creyendo que había desaparecido, Él resucitó de entre los muertos.
Cuando lo que hacemos y decimos es lo que Dios quiere que hagamos y digamos no tenemos por qué temer, los hombres no pueden hacer nada contra aquellos instrumentos de Dios porque es Dios mismo quien está con él.
Y, entonces ¿por qué cuando se dicen las cosas de Dios, cuando se predica o se profetiza de parte de Dios al que no le gusta quiere quitarse del medio al profeta? Porque el pecado original nos ha dejado tan mal que no nos damos cuenta que no podemos hacer frente a la Verdad. El Pecado Original nos ha dejado una huella marcada con la espina de la soberbia que, una vez que ella entra en mi cuerpo, es difícil quitarla si no me dejo guiar por la Verdad de Dios. Sí, por la Verdad de Dios, porque la soberbia me hace creer que siempre la verdad es mía, que sólo que yo pienso y quiero es la verdad, y no es así, porque todos tenemos la opción de equivocarnos y por eso el Señor nos envía instrumentos de Su Verdad para ayudarnos a ver el Camino.
No es el instrumento el malvado que viene a romper mis esquemas, sino que no he sido capaz de descubrir que me estaba equivocando, no he sido capaz de buscar la Voluntad de Dios y me he quedado con que "como soy bueno, mi pensar es bueno", y Dios no lo ha visto así.
Por eso Jesús los reprendía a los apóstoles cuando se peleaban entre ellos mismos para saber cuál era el más grande, y es lo que nos pasa aún hoy: todos queremos tener el mejor lugar, ser los mejores, tener el mayor poder y por eso, muchas veces, tramamos contra los demás con mentiras o medias verdades, para quitar del medio a quien me hace sombra o a quien me quiere ayudar para ser Fiel a la Voluntad de Dios.

martes, 19 de marzo de 2019

Justo y Prudente

En San José se juntas muchas cosas y, el pobre, tiene sobre sus hombros la paternidad adoptiva de Jesús, y ser el Padre de la Iglesia Universal, porque así como es padre de Jesús es padre de todo el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. Además de todos los demás patronagos que tiene: de los carpinteros, de los trabajadores, de los que llevan su nombre y, especialmente, aquí, en España, hoy es el día del padre.
Y ¿qué dice el Evangelio de san José? No sólo que era carpintero, porque esa era su profesión, sino que "era justo", una cualidad que lo define y nos ayuda a ver en su personalidad lo que, también, en la nuestra tendría que aparecer: ser justo. ¿Pero qué es ser justo? Eso sí que es complicado, porque podemos tomar una definición muy subjetiva acerca de la justicia y de lo que es justo; porque podríamos hablar de lo que es justo para mí o de lo que es justo para tí... Pero en definitiva, y siguiendo lo que el evangelio dice, ser un hombre justo es mirar no sólo por el bien de uno, sino por el bien del otro, y, en este caso, por el bien del amado, que tiene que estar en consonancia con la Voluntad de Dios.
Sí, así veo yo lo que es justo. No sólo lo que a mí me interesa, o al otro le hace bien, sino que, sobre todo, esté de acuerdo con la Voluntad de Dios. Cuando, como José estamos abiertos a la Voluntad de Dios con un corazón desprendidos de nosotros mismos, alcanzamos la virtud de la justicia y la podemos llevar a la práctica para hacer que todas nuestras acciones sean justas, como las de San José. Y, sobre todo, tener en cuenta que para que esto se lleve a cabo no debo tomar ninguna decisión sin antes reflexionarla y meditarla de acuerdo a la Voluntad de Dios.
San José nos invita a descubrir que si él hubiese tomado la decisión sin pensarlo se hubiese equivocado, sin embargo, supo esperar la Luz que le envió el Padre para poder actuar y elegir el mejor camino.
Hoy nos toca a cada uno de nosotros poder entender esta virtud de la justicia y la prudencia, porque las dos van de la mano, sin querer que la prudencia nos lleve a ser injustos por no actuar, o la justicia nos lleve a ser imprudentes por dejarnos llevar por nuestro genio o instinto. Las dos virtudes, como las demás, deben ir de la mano para ayudarnos a vivir en santidad y justicia, para poder ser verdaderos instrumentos en las Manos del Señor como lo fue San José.

lunes, 18 de marzo de 2019

Estilo de vida

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso;

no juzguéis, y no seréis juzgados;

no condenéis, y no seréis condenados;

perdonad, y seréis perdonados;

dad, y se os dará: os verterán una medida generosa,
colmada, remecida, rebosante,

pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

¿Por qué vuelvo a repetir todo el Evangelio de hoy? Primero porque es cortito, pero no por eso deja de ser un conjunto de reglas de vida a tener muy en claro y a intentar vivirlas todos los días. Así, si las tenemos bien separadas, las podemos ir leyendo una por una y, primero, aprenderlas de memoria, para que luego las pueda poner en práctica en la vida cotidiana, para no olvidarme que todo lo que haga o diga tendrá consecuencias en la vida de los demás y, sobre todo, en mi propia vida porque "con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros". Y, sobre todo, para que nadie diga que Jesús no nos advirtió lo que sucede cuando actuamos: el efecto boomerang de mis palabras y acciones siempre llega a mi.
Pero más que nada tenemos que comenzar a pensar el por qué Jesús nos pide vivir de esta manera, si lo pasábamos bien con el "ojo por ojo y diente por diente", el espíritu justiciero es lo que más nos gusta: tú me lo haces ¡te lo devuelvo! o ya me lo cobraré algún día. La venganza es algo que todos tenemos pegado en nuestra alma, es una forma de defensa personal y del instinto de conservación de la especie, como todo animal nos defendemos.
Aunque... no somos sólo animales (aunque algunos lo parezcamos) sino que somos seres pensantes y, en nuestro caso, (porque tú estás leyendo esto) somos cristianos que quieren vivir de otro modo, tenemos que educarnos de acuerdo al Evangelio y no a los dogmas del mundo, sino de acuerdo a los consejos evangélicos que nos dio Jesús, Nuestro Señor.
Así que, en esta Cuaresma, a daranos un buen baño dentro del Evangelio y a meditar en profundidad que nuestra vida ya no es sólo animal-humana, sino que es cristiana-hijo de Dios, y nuestra norma de vida, aunque creamos que tenemos que hacer lo que "hace todo el mundo", son los consejos evangélicos.

domingo, 17 de marzo de 2019

Subir con Jesús al Monte

Dios elige a Abrán y Jesús elige a Pedro, Juan y Santiago, es lo que nos muestran las lecturas de este Segundo Domingo de Cuarsma. Abrán es elegido para formar un nuevo Pueblo de Dios que nace de la fe auténtica de un solo hombre, pero para esa elección Dios le pide dejar todo lo que tenía: su casa, su familia, su tierra y lo invita a marchar hacia la Promesa.
Jesús elige de entre los que ya había elegido a tres, los saca del camino y los lleva a lo alto de la montaña para hacerles ver algo que aún no conocían, y gustan de algo que aún nunca habían sentido, por eso la expresión: ¡qué bien estamos aquí!.
Cuando dejamos que el Señor nos tome de la mano y nos conduzca a dónde Él quiere, quizás no sepamos qué hacer o cómo ir o a dónde, pero ciertamente, aunque el camino sea largo o difícil, será lo mejor que nos pueda pasar y encontraremos en ese Camino aquello que, estaba siempre en nuestro corazón e incluso algo que nunca soñamos encontrar.
La subida al Monte Tabor habrá sido larga y debe haber bajado el cansancio a los apóstoles, y por eso les había entrado sueño, pero llegó el momento es que se espabilaron y pudieron descubrir la belleza de la divinidad de Jesús, pudieron sentir la presencia de Dios entre ellos y por eso querían quedarse en ese momento, en ese espacio, en ese tiempo. Una experiencia única que no sólo se vive una vez, sino que lo podemos vivir cuantas veces queramos porque la presencia de Dios siempre será real para nosotros que lo tenemos en la Eucaristía.
La experiencia de la verdadera oración, del encuentro con el Señor, es algo que tenemos que salir a buscar, no es algo que vendrá mágicamente a nosotros, porque es un Encuentro que tenemos que llegar a tener porque disponemos nuestra vida para ese momento. Es lo que cuenta el Evangelio: salir de la rutina del día, de entre la gente y subir al monte de la oración, con Él de la mano. Aunque no siempre lleguemos pronto pero seguramente llegaremos porque Él nos conduce. Cuando el camino es largo no nos tenemos que desanimar, porque hoy por hoy esperamos que ¡ya! podamos tener esa experiencia, pero no siempre se da así (o mejor dicho poquísimas veces) pero tenemos que ir subiendo, cada día, un poco más en el conocimiento del Señor.
Cada día tenemos que subir un escalón hacia la cima del Monte para el Encuentro con el Señor. ¿Cuál es el método para hacer una buena oración? No hay un método único, cada uno tiene que encontrar el método, porque la oración es un diálogo con el Señor, pero también es silencio contemplativo, es un dejarse llevar hacia el momento perfecto donde el corazón puede, desde el silencio, dialogar con el mismo Corazón del Señor. Por que cuando el Señor le enseñó a los apóstoles sobre la oración, lo primero que les dijo es: no habléis tanto como los paganos que creen que por hablar mucho les hacrán caso... porque Dios sabe lo que necesitamos. La oración es silenciosa, es el corazón amante que contempla la hermosura del amado y en su mirada encuentra la Luz, la Fuerza y alimenta el Amor.

sábado, 16 de marzo de 2019

Renovarnos en Fidelidad

Así le decía el Señor a Su Pueblo, y así nos los repite cada día a nosotros:
"Hoy has elegido al Señor para que el que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz".
Y digo que nos lo repite cada día, porque cada día tenemos que volver a hacer la elección de vida, porque nuestra opción fundamental en la vida cristiana es la Fidelidad a la Palabra de Dios, la Fidelidad al Amor de Dios, la Fidelidad en la elección que hemos hecho no para cumplir con Dios, sino para vivir en Dios, con Dios y para Dios. Y no es que lo tenemos que hacer porque nos olvidemos, sino para que no nos olvidemos, para que cada día se renueve la Gracia de Fidelidad, para que cada día volvamos a sentir el mismo gusto del primer día que descubrimos o que nos dimos cuenta que ser cristianos no era solamente cumplir con una norma, sino que implicaba un nuevo estilo de vida. Aquella emoción de la elección del estilo de vida, aquella sensación de sabernos que es Él quien nos amó y nos llamó para ser santos, esa misma emoción y sensación la tenemos que experimentar todos los días, para que la pasión del Amor Primero a Dios no se nos apague, para que la llama del Amor que Él depositó en nuestro corazón permanezca siempre encendida.
Cada día tenemos que dar testimonio creíble de nuestra vida de fe, cada día tenemos que responder a la Vida con Amor, cada día se nos están pidiendo respuestas de fe, de esperanza y de caridad, y si no estamos convencidos de la elección que hemos hecho, entonces no sabremos qué decir, nos haremos igual que los paganos que no tienen en sus corazones razones ciertas para dar, porque no saben a qué se han comprometido, qué significa ser Fiel a Dios en la vida.
Por otro lado, cada día, el Señor nos está llamando y nos está exigiendo una respuesta concreta en el Amor, y el amor o se vive o no se vive, no se puede "cumplir" con el amor. Por eso Jesús cuando nos invitó a seguirlo nos abrió un camino nuevo en el Amor, un Camino que Él vivió y recorrió, un Camino que se hizo Vida y esa Vida nos llama a vivirlo cada día.
"Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto".
Y la perfección no está en no equivocarnos nunca, en no tropezar nunca, sino en que siempre tengamos la misma fuerza para volver a amar, para poder amar como Él nos amó.

viernes, 15 de marzo de 2019

Vivir no cumplir

“Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.
¿Porqué se repiten las exhortaciones del Señor? Es como si dijésemos ¿por qué nuestras madres siempre nos hacen las mismas advertencias al salir de casa? Por que hay amor en sus corazones y saben que nuestra memoria es frágil cuando nos dominan los instintos, cuando andamos sin pensar por la vida; cuando nuestro sentir esta oscurecido por un rencor, etc.
y Jesus vuelve a repetirnos en este tiempo de Cuaresma para que volvamos a reflexionar si hemos comprendido su mensaje: ¿hemos dejado de vivir en el mero cumplir y hemos comenzado a vivir el Evangelio?
porque a lo que Jesus se refiere con la comparación con los escribas y fariseos es que ellos cumplían con la letra de la Ley pero después hacían lo que quería, incluso aquellas cosas que iban en contra de la Ley.
Por eso nos pone algunos ejemos ejemplos para ilustrar lo que nos quiere decir:
“Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: Todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "necio", merece la condena de la “gehena” del fuego”.
No, no somos asesinos pero si destrozamos la fama de alguien cuando lo difamamos, cuando hacemos silencio frente aquellos que lo hacen, cuando nos hacemos eco de algo que no sabemos, cuando comenzamos comentarios sin saber nada de la persona, etc., etc.
Jesus nos invita no solo a saber los 10 mandamientos sino a vivir los 10 mandamientos en el marco de la Ley del Amor, porque si realmente vivo la Ley del Amor no tendré necesidad de recordar los Díez mandamientos

jueves, 14 de marzo de 2019

Imitemos la pastoral de Jesús

San Asterio de Amasea, obispo
(Homilía 13: PG 40,355-358.362)
Si queréis emular a Dios, puesto que habéis sido creados a su imagen, imitad su ejemplo. Vosotros, que sois cristianos, que con vuestro mismo nombre estáis proclamando la bondad, imitad la caridad de Cristo.
Pensad en los tesoros de su benignidad, pues habiendo de venir como hombre a los hombres, envió por delante de Juan a todos los profetas para que indujeran a los hombres a convertirse, volver al camino y vivir una vida fecunda.
Luego se presentó él mismo y clamó ya en nombre propio: Venid a mí, todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os aliviaré. ¿Y cómo acogió a los que escucharon su voz? Les concedió un pronto perdón de sus pecados, y los liberó en un instante de sus ansiedades: la Palabra los hizo santos, el Espíritu los confirmó, el hombre viejo quedó sepultado en el agua, el nuevo hombre surgió y floreció la gracia. ¿Y qué ocurrió a continuación? El que había sido enemigo, se convirtió en amigo; el extraño resultó ser hijo; el profano, sagrado y piadoso.
Imitemos aquel estilo pastoral que empleó el mismo Señor; contemplemos los Evangelios; y al ver allí como en un espejo aquel ejemplo de diligencia y benignidad, tratemos de aprender estas virtudes.
Allí encuentro, bosquejada en las parábolas y en lenguaje metafórico, la imagen del pastor de las cien ovejas, que, cuando una de ellas se aleja del rebaño y vaga errante, no se queda con las otras que se dejaban apacentar tranquilamente, sino que sale en su busca, atraviesa valles y bosques, sube a las grandes montañas empinadas, y va tras ella con gran esfuerzo de acá para allá por los yermos, hasta que encuentra a la extraviada.
Y, cuando la encuentra, no la azota ni la empuja hacia el rebaño con vehemencia, sino que se la carga sobre sus hombros, la acaricia y la lleva con las otras, más contento por haberla encontrado que por todas las restantes. Pensemos en lo que se esconde tras el velo de esta imagen.
Esta oveja no significa en rigor una oveja cualquiera, ni este pastor un pastor como los demás. En estos ejemplos se contienen realidades sobrenaturales. Nos dan a entender que jamás desesperemos de los hombres ni los demos por perdidos, que no los despreciemos cuando se hallan en peligro, ni seamos remisos en ayudarles, sino que cuando se desvían de la rectitud y yerran, tratemos de hacerles volver al camino, nos congratulemos de su regreso y los reunamos con la muchedumbre de los que siguen viviendo justa y piadosamente.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Como Jonás

Hay mensajes que nos pide Dios que demos que no son los mejores, como le pasó a Jonás, que no quería ir a Nínive a anunciarles lo que vendría si no se convertían, pero al final, por pura iniciativa de Dios, llegó a Nínive y predicó el mensaje para su conversión, y los Ninivitas pudieron salvarse.
Y así nos sucede muchas veces, lo que Dios nos pide hacer o nos manda hacer no siempre es de nuestro gusto, pero Él sabe bien el por qué y el para qué, si lo aceptamos con todo nuestro ser y con amor obediente podremos lograr grandes frutos, quizás para nosotros mismos quizás para otros a quienes vaya dirigido el mensaje.
Todos somos instrumentos en las manos del Señor y todos pueden traernos un mensaje de parte de Dios, sólo hace falta que tengamos los oídos abiertos a su Voz para poder discernir y el espíritu fuerte para poder aceptar su Voluntad, aunque en un momentos, como Jonás, nos pongamos difíciles para aceptar pero que, al final, aceptemos Su Voluntad.
Porque, como decía Jesús en la parábola, el que hizo la Voluntad de Dios fue aquél que a pesar de decir primeramente No al Padre, después fue e hizo lo que le había pedido su Padre. No siempre la Voluntad de Dios es lo que quiero hacer, pero tengo que descubrir que es lo mejor que me puede pasar escuchar Su Voz.
Por eso mismo Jesús se enfadaba con los de su pueblo que conociendo las escrituras, sabiendo cómo actuaba Dios, habiendo estudiado a los profetas no lo reconocieran, no quisieran escuchar la Voz del Señor que venía por medio de Él, su Hijo.
"Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás".
Y no sólo es un enfado porque no le daban importancia a sus palabras, sino que además sentía dolor porque sabía que serían castigados por no querer escuchar. Así nos lo cuenta el evangelio cuando nos narra el momento en el que Jesús, sentado en el monte, mirando hacia Jerusalen, llorando decía: "quise cobijarte como la gallina a sus polluelos y tú no qusiste...".
No permitamos que nuestro creernos los mejores, nuestra vanidad, nuestra soberbia, nuestro egoísmo nos impida escuchar la Voz de Dios que viene por medio de nuestros hermanos para ayudarnos a vivir en el Camino de la Santidad, sino que abramos nuestro corazón y, con la ayuda del Espíritu, aprendamos a discernir y aceptar Su Voluntad.

martes, 12 de marzo de 2019

La oración del Señor

Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir,

    Los preceptos evangélicos, hermanos muy amados, no son sino enseñanzas divinas, fundamentos para edificar la esperanza, medios para consolidar la fe, alimento para inflamar el corazón, guía para indicar el camino, amparo para obtener la salvación; ellos, instruyendo las mentes dóciles de los creyentes en la tierra, los conducen a la vida eterna.
    Ya por los profetas, sus siervos, Dios quiso hablar y hacerse oír de muchas maneras; pero mucho más es lo que nos dice el Hijo, lo que la Palabra de Dios, que estuvo en los profetas, atestigua ahora con su propia voz, pues ya no manda preparar el camino para el que ha de venir, sino que viene él mismo, nos abre y muestra el camino, a fin de que, los que antes errábamos ciegos y a tientas en las tinieblas de la muerte, iluminados ahora por la luz de la gracia, sigamos la senda de la vida, bajo la tutela y dirección de Dios.
    A más de otras enseñanzas y preceptos divinos, con los cuales encaminó a su pueblo a la salvación, Cristo nos enseñó también la forma de orar, él mismo nos inculcó y enseñó las cosas que hemos de pedir. Quien nos dio la vida nos enseñó también a orar, con aquella misma benignidad con que se dignó dar y conferir los demás dones, para que, al hablar ante el Padre con la misma oración que el Hijo enseñó, más fácilmente seamos escuchados.
    El Señor había ya predicho que se acercaba la hora en que los verdaderos adoradores adorarían al Padre en espíritu y en verdad; y cumplió lo que antes había prometido, de manera que nosotros, que por su santificación hemos recibido el espíritu y la verdad, también por su enseñanza podamos adorar en verdad y en espíritu.
    ¿Pues qué otra oración en espíritu puede haber fuera de la que nos fue dada por Cristo, el mismo que nos envió el Espíritu Santo? ¿Qué otra plegaria puede haber que sea en verdad ante el Padre, sino la pronunciada por boca del Hijo, que es la misma verdad? Hasta tal punto, que orar de manera distinta de la que él nos enseñó no sólo es ignorancia, sino también culpa, ya que él mismo dijo: Anuláis el mandamiento de Dios por seguir vuestras tradiciones.
    Oremos, pues, hermanos muy amados, tal como Dios, nuestro maestro, nos enseñó. A Dios le resulta familiar y aceptable la oración, cuando oramos con la que es suya, cuando llega a sus oídos la oración del mismo Cristo.
    Reconozca el Padre las palabras del Hijo, cuando hacemos oración; el mismo que habita en nuestro interior esté también en nuestra voz y, puesto que es abogado de nuestros pecados ante el Padre, pronunciemos las palabras de este abogado nuestro cuando nosotros, pecadores, pidamos por nuestros delitos.
    Pues, si dice que cuanto pidamos al Padre en su nombre nos lo concederá, ¿con cuánta mayor eficacia no obtendremos lo que pedimos en el nombre de Cristo, si lo pedimos con su propia oración?

lunes, 11 de marzo de 2019

Camino de santidad

"El Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
"Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo".
No hay otro ideal más alto para el cristiano que ser obediente a Dios y alcanzar la meta que Él puso en nuestro corazón y nos pide vivir: ser santos como Él es santo. Un ideal de vida que se nos olvida o que, seguramente, no tenemos en nuestro pensar porque nos suena a algo raro que sólo es para algunos y no para mí, pero sí, es para mí y para tí, porque tú y yo, los dos, tenemos lo que se necesita para alcazar esa meta: el Espíritu Santo que nos santifica desde el día de nuestro Bautismo y nos ofrece todo lo necesario para alcanzar la meta, para vivir en santidad. Pero ¿queremos ser santos? ¡Esa es la cuestión!
Porque para alcanzar la santidad tenemos que creer que Dios nunca pone metas inalcanzables para sus hijos, porque sabe que en la pequeñez de sus hijos tiene que estar la fuerza de Su Gracia, por eso nunca deja de alentarnos y animarnos, y así fue como nos envió a Su Hijo para mostrarnos el Camino que nos conduce a la Vida Verdadera.
"La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante".
Porque creemos en Su Palabra, porque sabemos que alienta e instruye a quien la escucha con sincero corazón, porque nos ilumina en el caminar, creemos también que podremos alcanzar la meta si nos decidimos a vivir como Jesús nos enseñó. Y en este caminar en Jesús sabemos que nuestra santidad no es sólo para nosotros mismos, sino que es para vivirla en comunidad, en unión con nuestros hermanos, en los que tengo que ver al mismo Jesús. Así las obras de misericordia no las he de hacer sólo con los que quiero, sino también, y sobre todo, con los que no quiero: con quien me persigue, con quien me insulta, con quien me odia, porque si lo haces con quien te quiere, o te trata bien, o te devuelve lo que le das ¿qué mérito tienes? Eso también lo hacen los paganos y los pecadores, nos lo dice el mismo Jesús.
Así, en este tiempo de cuaresma el Señor nos pide que nos miremos desde nuestras acciones: cuál es nuestro trato con los demás, cómo nos relacionamos, qué cosas hacemos... con nuestros hermanos:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme".
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestirnos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?"
Y el rey les dirá:
"En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis".

domingo, 10 de marzo de 2019

Las tentaciones

"Entonces el diablo le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan».
Jesús le contestó:
«Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre"».
La tentación del "tener", si tengo mucho entonces soy más que otros, y no es así. Hoy en día todos estamos tentados en tener cada día más cosas: más casas, más dinero, más bienes, más salud, más juventud, más esto, más lo otro. Llenamos nuestras casas desde que somos pequeños (y sobre todo a los más pequeños) de tantas cosas que jamás terminamos de utilizar todo lo que tenemos. Y, lo peor, que ante tantas cosas siempre necesitamos trabajar más y así tenemos menos tiempo para estar juntos, para charlar, para compartir nuestro tiempo... Y lo que al final tenemos es vacío en nuestras vidas, en casas, en nuestras almas. Por eso el Señor nos hace ver que no es el tener lo que da sentido a nuestras vidas, sino el Ser lo que Dios quiere, Ser lo debemos Ser para alcanzarla plenitud en nuestras vidas. Y esa plenitud, la verdad de nuestras vidas la encontramos en la Palabra de Dios.
"Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo».
Respondiendo Jesús, le dijo:
«Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto"».
El "apetito de poder" siempre será la mejor de la tentaciones. En estos tiempos que vivimos descubrimos cuántos quieren tener el poder en sus manos, aunque sea en una pequeña porción de algo: en la familia, en la pareja, en las amistades, y ni qué hablar en los grandes grupos de gentes, ya sea políticos, gubernamentales, etc. Si tengo un cargo lo tengo para alcanzar otro cargo más alto y no me importa a quien piso o no, o cómo llego. Pero también está, en este tiempo, el poder dominar al otro que piensa diferente porque sólo yo tengo el derecho de decir lo que pienso, tú no tienes derecho de decir lo que piensas, por que el poder de la libre expresión cayó en la degradación de no dejar pensar o expresar a los que piensan diferente.
Pero también el apetito de poder se da en los círculos más pequeños cuando no dejo a alguien hacer algo que es diferente a lo que yo venía haciendo, o a lo que yo creo que tengo como propiedad...
«Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Ha dado ordenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con ninguna piedra"».
Respondiendo Jesús, le dijo:
«Está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"».
La tentación del "providencialismo" dejar que Dios se encargue de todo y yo me quedo con los brazos cruzados. O, creyendo que Dios siempre es tan misericordioso y bueno que no importa lo que yo haga ¡total! Él me perdona siempre. O, lo que más comúnmente hacemos: querer obligar a Dios a hacer algo por medio de las cadenas de oración, de las ofrendas, de los "tratados comerciales" que hago con el Señor: si tú haces esto yo hago lo otro, te ofrezco tal cosa si tú haces lo que digo. ¿Acaso Dios ya no nos dió mucho en la Vida de su Hijo Único? ¿Acaso el Señor no nos enseñó el Camino para alcanzar la salvación y la vida?
Todas tentaciones que en la vida de cada uno siempre aparecen, tentaciones que, como vemos, siempre Satanás nos las presenta con alguna frase evangélica para que creamos que es algo bueno lo que estamos haciendo, pero no... no es tan bueno usar la Palabra de Dios para hacer lo que tengo ganas, sino para iluminar y fortalecer mi vida y poder levantarme y ser fuerte ante tanta oscuridad.