Jesús nos ha enseñado que nuestro Dios es una Comunidad de Personas: la Santísima Trinidad, que día a día la recordamos cuando nos hacemos al Señal de la Cruz. Pero no sólo nos tenemos que signar con la Cruz para “protegernos” o para que Dios nos de “suerte”, como hacen los deportistas al entrar en una pista, sino que nos tiene que hacer tomar conciencia, cada día:
que pertenecemos a una Comunidad Divina, pues somos hijos de Dios, y como tales, todos son mis hermanos con quienes tengo que vivir una relación de amor verdadero: “que sean Uno para que el mundo crea”, nos dejó expresado Jesús, no como algo que podamos decidir si queremos vivir o no, sino como un mandamiento de vida: “un mandamiento nuevo os doy: amaos unos a otros como Yo os he amado”
y, por otro lado, recordar que esta Unidad en el Amor siempre estará signada por la Cruz, pues cada día asumimos vivir la Cruz del Amor, pues no siempre queremos amar como Él nos amó, no siempre estamos dispuestos a perdonar, a pedir perdón; no siempre queremos renunciar a nuestros criterios y proyectos, pero así y todo, para formar parte de esta Familia Divina, ya el Señor, en el primer momento nos dijo: “quien quiera venir detrás de mí niéguese a sí mismo, cargue su cruz de cada día y sígame”.
Por eso, cuando nos hacemos la señal de la Cruz no sólo pedimos protección, sino que tenemos que ser conscientes de quiénes somos y cuál es nuestra misión en el mundo: dar a conocer la Vida en Dios, anunciar la Buena Noticia de la Salvación, ser instrumentos de paz, amor y verdad; ser sal, fermento y luz en el mundo, pues llevamos en nuestro corazón el Espíritu Santo que quiere ayudarnos a ser Fieles Instrumentos en manos del Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.