"En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?».
Al verlo, Pedro dice a Jesús:
«Señor, y éste ¿qué?».
Jesús le contesta:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme».
Alguna vez he hablado de la curiosidad como una virtud en el hombre porque es un don que se nos ha dado para poder ir averiguando, desde que nacemos, acerca del medio en el que vivimos. Somos curiosos por naturaleza, eso es indiscutible. Pero, como dice un refrán: "la curiosidad mata al hombre", porque muchas veces metemos el dedo en donde no debemos y corremos riesgo de quedar atrapados en alguna trampa mortal. Por gracia de Dios cuando somos pequeños tenemos a nuestros padres o tutores que nos van señalando dónde no tocar o meter los dedos para no quemarnos o electrocutarnos, y eso es un aprendizaje que nunca terminamos de aprender.
Y, en este pasaje del evangelio lo vemos claramente. Pedro le preguntó a Jesús sobre Juan, ¿qué le pasará? ¿Va a morir o no? Y lo preguntó porque era tanto el cariño que sentía del Señor por Juan, como por todos, pero siempre surgen esas comparaciones entre las personas: a mí me quiere más que a tí, a tí te da más cosas que a mí... Siempre buscamos competir con los demás y cuando no podemos competir buscamos algo para saber por qué el otro es así o por qué recibe más que yo.
Por eso Jesús le responde muy sencilla pero fuertemente: "si quiero que se quede hasta que yo venga ¿a tí qué?" En lenguaje popular diríamos: ¡qué te importa lo que haga con él!. Pero Jesús es más cuidadoso en sus palabras. Pero no deja ahí la cosa, sino que le agrega: "Tú sígueme". Y ¿qué le quiso decir con eso? Deja de preocuparte por lo que hacen o dejan de hacer los otros, tú tienes un encargo, una misión, tú tienes que hacer lo que tienes que hacer, no mires para los lados para ver si los otros reciben más o menos, o hacen más o menos. Cada uno responderá ante el Señor según lo que haya hecho o cómo haya respondido según la Voluntad de Dios.
Por eso, muchas veces, la curiosidad o la envidia o los celos, nos hacen mirar más hacia lo que hacen los otros y pierdo el tiempo sin hacer lo que yo debo hacer. Si miro a mis hermanos no es para investigar sobre sus vidas, sino para ayudarlos a ser Fieles, para mostrarles el Camino, pero no para saber si hacen esto o lo otro, como un chusma cualquiera. No. Lo que dice el Señor es que sí te tienes que ocupar de tu hermano, pero que eso no te impida hacer lo que es Voluntad de Dios para tu vida, pues si en verdad te preocupa la vida de tu hermano, entonces vé y ocúpate, ayúdalo, acompáñalo, pero no te quedes sólo mirando, cuestionando y juzgando, y menos condenando cuando tú "no levantas ni un dedo para ayudarlo con sus cargas".
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