"Iba Pablo a tomar la palabra, cuando Galión dijo a los judíos:
«Judíos, si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».
No es nada muy espiritual lo que narra este pequeño párrafo, pero sí es un párrafo que nos enseña algo que es importante para nosotros: no seguirle la corriente a quienes intentan acusar a alguien de algo que realmente no es ningún delito. Galión podría haberle seguido la corriente a los judíos que acusaban a Pablo de predicar algo que a ellos no les gustaba, pero, sin embargo se dio cuenta que eso no era de su incumbencia los dejó "hablando solos", por así decirlo.
Muchas veces no sabemos salir de conversaciones en dónde se está "despellejando" (criticando) a alguien y por eso nos hacemos cómplices de una situación que no evangélica, porque no nace del amor por el otro y, por eso, aunque no digamos nada o no aporemos más comentarios a la crítica, nos quedamos mirando y acompañando una falsa acusación o un acto por el cual la fama de alguien es destruída. O somos fieles al Amor y la Verdad o simplemente nos alejamos del lugar y dejamos a los otros hablando solos.
En el Evangelio, sin mucho que ver con los hechos de los apóstoles, nos sigue narrando el diálogo que tiene Jesús con los discípulos antes de marcharse, un diálogo que es una despedida y por eso Jesús les habla de la tristeza que ellos van a sentir, pero que esa tristeza se convertirá en alegría cuando, por la Gracia que les otorgará la Luz del Espíritu Santo, puedan comprender y aceptar la Verdad de la Vida Nueva de Jesús. Por que la muerte de Jesús se transformará en Resurrección, y la Ascención de Jesús a los Cielos se transformará en la Venida del Espíritu Santo para iluminar y fortalecer los corazones y las mentes de los apóstoles.
Y así nos sucede también a nosotros en muchos momentos de nuestras vidas: las ausencias o las despedidas nos llevan a la tristeza y la oscuridad, pero si imploramos la Luz del Espíritu podemos descubrir y entender el por qué y el para qué de lo que Dios nos pide vivir, y aunque no llegue todo en el momento que esperamos y queremos, siempre la Paz reinará en nuestros corazones, porque el Espíritu vendrá en nuestra ayuda para ayudarnos a vivir la Voluntad del Padre.
"También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada".
Serán días de tristeza hasta el momento en que dispnoga mi corazón a la Luz y la Gracia del Espíritu Santo, para que sea Él quien me ayude a superar la tristeza y me conceda vivir la alegría de creer en la Palabra de Dios.
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