"En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
-«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».
La vida eterna es un deseo que anida en el corazón del hombre, pues, aunque no lo sepa o lo niegue, el hombre es un ser creado y lleva en su corazón un deseo de eternidad. Es ese deseo de eternidad lo que lo lleva a querer atarse a algo que le de permanencia, que lo eleve de su condición, que lo haga más grande de lo que es, porque siente ese "llamado" desde adentro para ser más de lo que es.
En nuestra vida, los que hemos conocido a Dios ese deseo lo llamamos santidad, aquí en la tierra, y vida eterna, después de esta terrenal. Sabemos que después de esta que estamos recorriendo nos espera otra que nos mostró Cristo con su Palabra y con su Resurrección. Es así que siempre buscamos, aunque no siempre lo hacemos consciente, ese Camino de Eternidad o ese Camino hacia la Eternidad. Y así nos lo muestra el diálogo de este joven con Jesús: ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
Jesús le responde que para ello debe vivir los mandamientos que había prescrito Moisés, a lo que el joven responde, como muy orgulloso: "eso lo he cumplido desde mi juventud". Con lo que quiere decir que aunque ya vivía el Camino aún le queda en el corazón un deseo de algo más, no sabe qué es ese algo más, pero desea poder vivirlo. Y por eso Jesús le responde:
"Jesús se le quedó mirándolo, lo amó y le dijo:
-«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».
Sabemos y sentimos que nuestra vida necesita un "apriete" más en la vivencia de nuestra fe, de nuestra entrega, de nuestro día a día, para sentirnos más plenos, más felices. Pero no siempre sabemos cómo hacerlo, cómo encontrar esa respuesta. Y Jesús, es claro que nos responde. Pero no siempre nos gusta la respuesta que el Señor nos da, porque ya hemos "organizado" nuestra vida sin el Señor. Queremos lo que el Señor nos ofrece pero no queremos "pagar" el precio para conseguirlo.
"A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
-«¡ Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
Pero no son sólo las riquezas materiales, sino que son las propias riquezas que creemos que nos darán la mayor felicidad: nuestros propios proyectos o los de nuestros padres para nosotros, o lo que ya había proyectado vivir con mi familia y por eso he aceptados más trabajo, o nos hemos embarcado en varias cosas que ahora no se cómo salir de ellas, o tantas otras cosas que he proyectado yo mismo sin consultar al Señor... y ahora me doy cuenta que nada de eso es lo que está llenando mi vida de sentido, sin embargo creo que si dejo todos mis proyectos pierdo todo.
Y no, cuando el Señor nos pide dejar todos nuestros proyectos y buscar el Proyecto de Nuestra Vida que Él nos ofrece no perdemos nada, todo lo contrario, vamos a ganar en Gracias para poder llevar a cabo el Camino que el Señor quiere que recorra. Por eso cuando el Señor le ha pedido a alguien algo muy grande, siempre comienza diciendo: "No temas..."
No tengas miedo de renunciar a tu YO y a tus proyectos, pues el Señor sabe bien lo que buscas y lo que Él te puede dar, pero sobre todo sabe para lo que Te Necesita y que para eso te va a colmar de Gracias para que llegues a alcanzar la meta sin perder la fe.
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