viernes, 18 de mayo de 2018

Me amas más que éstos?

"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú, sabes que te quiero».
Siempre ha sido un diálogo que me ha sorprendido mucho, éste entre Jesús y Pedro, luego de su resurrección. No es que me haya sorprendido porque le pregunte si lo ama más que los otros que estaban ahí, más que los otros 10 apóstoles o que todos los discípulos, sino que esa pregunta habla de un verdadero amor. No es un pregunta retórica, ni una pregunta que nace de los celos o de la necesidad de sentir que el otro me ama, sino que quiere que Pedro exprese lo que realmente siente. Quiere que Pedro haga explícito su necesidad de Jesús y así nace una relación de entrega de la vida por Jesús.
Porque este Amor del que habla el Señor, el amor por el que le pregunta, no es un simple amor de sentimientos, sino que es un amor que se hará eficaz en el actura de Pedro, pues es el Señor quien le exigirá entregara la vida así como lo hizo Él por nosotros y, sobre todo, por Pedro, y cada uno de nosotros.
Jesús pregunta sobre un amor que es entrega, que es compromiso con la palabra y con la vida, un amor que no tendrá que ser sólo de afectos, ni conscuspicente sino dadivoso. No es un amor para recibir sino para dar, dar de lo que ese mismo amor le otorga, pues cuando amamos al Señor con todo nuestro ser, con toda nuestra alma y corazón, Él se nos entrega sin cortapisas, sino que nos entrega su Vida entera y es esa misma Vida la que nosotros tenemos que entregar cuando le decimos al Señor que verdaderamente lo amamos.
Por eso, ante la respuesta de Pedro de que "sí, señor, tú sabes que te quiero", Jesús añade una acción: "apacienta mis ovejas". Jesús no quiere que se le ame simplemente por ser Jesús, sino que el Amor a Dios se descubre en el amor a los hermanos, a los que forman parte de su Pueblo, de su Reino, a todos aquellos a quienes Él ama nosotros tenemos que amar, y, sobre todo, ayudarlos a llegar al verdadero Reino, a la Verdadera Vida.
"Apacentaar las ovejas o los corderos" no es una acción que realiza una sola persona, sino que Jesús se la otorgó a la cabeza visible de la Iglesia, y, cada uno de los que la formamos como miembros del mismo Cuerpo, participamos de la misma acción. Todos apacentamos el rebaño del Señor, cada uno con una función diferente, pero todos viviendo el mismo amor que no es sólo al Señor, sino al Señor en los hermanos.
Es cierto, Yo sé que me quieres, se que me quieres más que las demás personas, pues ahora ha llegado el momento de demostrarlo pues lo que yo te mando no es que te quedes mirando sólo mi rostro y me digas que me amas, sino que ese amor que me tienes a mí me lo demuestres apancentando, guiando y sirviendo a mis hermanos, porque en el corazón de todos los hombres, ahí es donde vivo Yo. Pues "lo que hagas con el más pequeño de mis hjos conmigo lo haces".

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