-«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso:
-«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Con esta afirmación no sólo alaba, Jesús, a María sino que eleva a "la altura" de María a todos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Muchas veces hemos escuchado este evangelio, y siempre hablamos de la alabanza de Jesús a María, porque pareciera como que no le importara que María fuera alabada por haber sido su madre, aquella que lo llevó en su seno y lo amantó; sino que lo que le importa a Jesús no es sólo el hecho físico de su maternidad, sino resaltar la Fidelidad de María a la Voluntad de Dios.
Porque si María no hubiera sido Fiel a la Voluntad de Dios el Verbo no se hubiese encarnado en su seno. Pero Ella fue Fiel, escuchó y cumplió la Palabra de Dios, no sólo en Nazareth el día de la anunciación, sino en cada momento, antes de ese día y después de ese día, hasta el día de su asunción a los Cielos.
Pero también tenemos que ver esta otra parte que es en la que Jesús alaba a aquellos que, como María, escuchan la palabra de Dios y la cumplen, por que al señalar Él la fidelidad de la Madre, también declara la misma bienaventuranza para todos aquellos que, imitando a María, saben escuchar a Dios y se disponen de corazón a vivir Su Voluntad.
Así, nosotros encontramos en María un ejemplo claro de vida y santidad, no sólo por ser la Madre de Jesús, sino por ser la hija que aceptó se la "esclava del Señor" y que no sólo no perdió su libertad, sino que alcanzó la bienaventuranza esperada pues la llaman bienaventurada generaciones y generaciones
Y ¿por qué nuestra dicha está en escuchar la Palabra de Dios y cumplirla? ¿Por qué no podemos vivir en Dios sin escuchar su Palabra? Claro que se puede vivir sin Dios y, también, en contra de Dios. Pero no se puede esperar de Dios aquello que queremos si no estamos con Él o en contra de Él.
Hay, hoy en día, muchos que no queriendo ser Fieles a la Voluntad de Dios pretenden recibir de Dios toda clase de bienes, o, mejor, aquellos que rechazando los Mandamientos de Dios y la doctrina de la Iglesia quieren pertenecer a la Iglesia. Pues hay que decidirse o estoy en comunión y vivo la Palabra de Dios, o no. Porque no puedo pretender gozar de lo que Dios me da estando en contra de Dios. Así lo decía Jesús en el evangelio: "el que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama".
Por eso, para poder recibir de Dios todo aquello que necesitamos para alcanzar la bienaventuranza y la vida eterna, debeos intentar, como María, ser Fieles a la Palabra de Dios, escuchándola y obedeciendo a nuestro Dios y Señor, pues ese es el Camino que Jesús vivió para nosotros, y nos enseñó a vivir.
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