jueves, 22 de octubre de 2015

El fuego que santifica

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!
No es un evangelio cualquiera, es la frase evangélica que usó el P. Efraín para su ordenación sacerdotal, y es una frase que marcó su vida en todo momento. Pero no es una frase que surge en cualquier día, no. Ayer celebrábamos la muerte de Efraín, y hoy es la fiesta de San Juan Pablo II. Para mí dos personas que marcaron mi vida, pero no voy a hablar de mí, sino de algo que Efraín nos dijo un día pensando en Juan Pablo II.
En una de sus charlas u homilías (no me acuerdo bien) decía Efraín (y ahora que lo pienso es pensando en el evangelio de ayer: “a quién mucho se le dio mucho se le exigirá”) que habíamos nacido en un tiempo donde se nos habían dado muchos ejemplos de vida: Juan Pablo II, Madre Teresa de Calcuta y tantos otros. Pero no sólo pensando en su santidad de vida, sino que esos grandes santos habían sido contemporáneos nuestros, que habíamos disfrutado de su vida, de sus ejemplos. Que gracias a la modernidad habíamos visto cómo vivían, como hablaban, cómo se entregaban día a día.
Hoy, en unas horas celebraré Misa en el altar de San Juan Pablo II, y no habrá otro pensamiento más que aquél día en el que pude celebrar misa con él en la Capilla Personal del Vaticano, en ese día en que lo pude mirar frente a frente y pude estrecharle la mano, pero sobre todo eso día en que el azul celeste de ojos me habló de la profundidad de su alma, en que no había un vacío más lleno de amor, de paz, de confianza, de total luz que llegara tan hondo al corazón.
Sí, fueron grandes regalos que Dios me hizo. Espero que no me pida tanto como me ha dado, aunque bien podría hacerlo, pero tendrá que darme mucha Gracia para poder responder de semejante manera, pues los regalos han sido inmerecidos y lo seguirán siendo, pues no hay nada que pueda devolver tanto amor.

Por todo esto y mucho más, hoy no puedo decir más que ¡Gracias a Dios! por todo lo que me ha ido regalando, y que los tendré a todos y a cada uno en esta Misa, para que como San Juan Pablo II podamos ser “Todo de María” para poder llevar el fuego del Espíritu al mundo y encenderlo con el mismo entusiasmo como ellos nos encendieron a nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.