“En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«He venido
a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!”
No es un
evangelio cualquiera, es la frase evangélica que usó el P. Efraín para su
ordenación sacerdotal, y es una frase que marcó su vida en todo momento. Pero
no es una frase que surge en cualquier día, no. Ayer celebrábamos la muerte de
Efraín, y hoy es la fiesta de San Juan Pablo II. Para mí dos personas que
marcaron mi vida, pero no voy a hablar de mí, sino de algo que Efraín nos dijo
un día pensando en Juan Pablo II.
En una de sus
charlas u homilías (no me acuerdo bien) decía Efraín (y ahora que lo pienso es
pensando en el evangelio de ayer: “a quién mucho se le dio mucho se le exigirá”)
que habíamos nacido en un tiempo donde se nos habían dado muchos ejemplos de
vida: Juan Pablo II, Madre Teresa de Calcuta y tantos otros. Pero no sólo
pensando en su santidad de vida, sino que esos grandes santos habían sido
contemporáneos nuestros, que habíamos disfrutado de su vida, de sus ejemplos. Que
gracias a la modernidad habíamos visto cómo vivían, como hablaban, cómo se
entregaban día a día.
Hoy, en unas
horas celebraré Misa en el altar de San Juan Pablo II, y no habrá otro
pensamiento más que aquél día en el que pude celebrar misa con él en la Capilla
Personal del Vaticano, en ese día en que lo pude mirar frente a frente y pude
estrecharle la mano, pero sobre todo eso día en que el azul celeste de ojos me
habló de la profundidad de su alma, en que no había un vacío más lleno de amor,
de paz, de confianza, de total luz que llegara tan hondo al corazón.
Sí, fueron
grandes regalos que Dios me hizo. Espero que no me pida tanto como me ha dado,
aunque bien podría hacerlo, pero tendrá que darme mucha Gracia para poder
responder de semejante manera, pues los regalos han sido inmerecidos y lo
seguirán siendo, pues no hay nada que pueda devolver tanto amor.
Por todo esto
y mucho más, hoy no puedo decir más que ¡Gracias a Dios! por todo lo que me ha
ido regalando, y que los tendré a todos y a cada uno en esta Misa, para que
como San Juan Pablo II podamos ser “Todo de María” para poder llevar el fuego
del Espíritu al mundo y encenderlo con el mismo entusiasmo como ellos nos encendieron
a nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.