Hermosas y sentidas las palabras de San Pablo en la carta a los Romanos:
"Siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo".
Es tanto el amor que siente Pablo por su Pueblo, de Israel, por sus hermanos los judíos, que no entiende el por qué no han reconocido a Jesús como el Mesías. Y a la vez es tanto el amor que siente por Jesús, el Mesías, que le da pena que habiendo sido el Pueblo de Israel quien tenía todo para reconocerlo no lo hayan reconocido.
Cuando realmente, como Pablo, nos hemos encontrado con Jesús, hemos gustado su Amor, nos parece difícil no poder seguirlo, nos parece increíble que haya quienes habiéndolo conocido no quieran amarlo, y quienes que lo hayan amado hoy lo estén negando. Por que siempre queremos lo mejor para nuestros hermanos, y si lo mejor para nosotros ha sido encontrarnos con Cristo, también queremos que los demás se encuentren con Él.
Hay un verdadero dolor en las palabras de San Pablo, pero no puede dejar de decir aquello que su fe le pide decir, pues en la pena que siente, siente aún más dolor porque han sido oídos sordos a las voces del Espíritu, han sido ojos ciegos a los signos de Dios, y corazones cerrados al Amor derramado, porque Dios había hablado durante siglos, se había manifestado a lo largo de las generaciones, pero muchos no quisieron oír.
Claro que Pablo habla desde una experiencia personal, porque él siendo parte del mismo pueblo hubo un tiempo en que tampoco él creyó, un tiempo en que él fue perseguidor de Cristo, hasta el día en que Jesús le habló y su corazón se quebró ante la revelación de la Verdad, y por eso, habiendo podido dar el paso de la conversión, hoy se duele por aquellos que no pueden darlo, por aquellos que teniéndolo todo no quieran darlo.
¡Cuanto quisiéramos que todos pudieran conocer este Amor! Los que nos hemos encontrado con Él intentamos, día a día, sostenernos en la Fidelidad a la Vida que Él nos dio, en la Fidelidad a la Vida que recibimos de Él, en la Fidelidad a la Vida que es la que le da sentido, fortaleza y color a nuestra vida cotidiana. Por que sólo siendo Fieles quienes hemos conocido el Amor de Dios, aquellos que buscan un sentido podrán tener una luz que los guíe hacia Él.
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