lunes, 1 de junio de 2015

Nuestra piedra angular

"¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?»
Todos los días estamos desechando cosas, a cada momento hay algo en nuestra vida que no nos sirve, que le damos de baja, ya sean cosas, situaciones, personas. En el Facebook decimos que hacemos limpieza de "amigos", de gente que está en nuestra vida por algo, pero no sabemos por qué, o cuando nos enteramos del por qué la desechamos porque no nos gusta que esté.
¿Cuál es nuestro criterio para desechar algo de nuestra vida? ¿No me es útil? ¿No me sirve? ¿Me molesta?
Y, al revés ¿cuándo acepto alguien en mi vida? ¿Por qué lo acepto? o ¿Para qué lo acepto?
Claro todo tiene un por qué, un para qué, y una explicación. A veces. A veces simplemente la gente entra en nuestra vida sin pedir permiso, y sin saber por qué o de dónde vino. Pero seguramente llegó por algo.
Hoy vivimos muy dependiente de las sensaciones primeras, de los primeros contactos, de los primeros disgustos. Por eso aceptamos rápidamente a alguien o lo rechazamos, porque las personas han pasado a ocupar el lugar de una cosa, de un ítem en nuestra vida. Algunos son, quizás, un simple nombre en una agenda, que, en algún momento fue importante en mi vida pero que después incorporé a otro nombre, otra actividad, y ese otro quedó relegado en el primer renglón de la página.
Seguramente que no todos los que pasan por nuestras vidas tienen la misma importancia, pero todos han llegado por algo y algo me han dejado, y es ese algo el que tengo que valorar, porque ese regalo de un hermano que llega a nuestra vida es para ayudarme a crecer, para ayudarme a ser fuerte, para ayudarme a gustar de un valor que yo no tengo y que él aporta a mi vida.
Pero también puede querer el Padre que sea yo quien para él sea importante. Pasa que en esta mentalidad egoísta que vamos conquistando día a día, todo lo califico desde mí, si me gusta, si me sirve, si me es útil, si me hace bien... y ¿no será que yo puedo darle algo a él/ella? ¿No será que Dios lo puso en mi camino para que yo lo acompañe, lo fortalezca, lo consuele, lo sostenga en la fe?
No permitamos que la rutina rígida y rápida de todos los días nos lleve a descartar de nuestras vidas a quienes Dios ha quiero situarlos a nuestro lado, no sea que alguien sea la piedra de sostén que necesito, pero por no saberlo ver, por sólo guiarme por mis criterios egoístas y vanidosos la desecho y ya después no pueda volver a encontrarla, ni me permita mi propia soberbia ir a buscarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.