miércoles, 24 de junio de 2015

Pregoneros de la Salvación

En el Evangelio de hoy hay una pequeña pregunta que la gente se hace ante el nacimiento de Juan y los acontecimientos que rodearon su nacimiento:
"¿Qué va a ser este niño?"
La gente no lo sabía pero su padre y su madre sabían qué era lo que Dios tenía pensado para Él, pues el Ángel se lo había anunciado a Zacarías, y ya Dios lo había pensado desde siempre y, a semejanza del Profeta, señalaba su vida:
"Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel - tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza -: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
"Te hago luz para las naciones", es lo que Juan fue para los hombres de su tiempo, y lo es para los hombres de este tiempo, porque su vida es para nosotros un mensaje de salvación, pues Él sigue iluminando nuestras vidas con el ejemplo de su entrega en fidelidad al proyecto del Padre.
Así como Juan fue ungido por el Espíritu Santo en el seno de Santa Isabel, cuando llegó María a su casa, así también nosotros fuimos ungidos profetas en el seno de nuestra madre la Iglesia, profetas para anunciar con la Luz y la Fortaleza del Espíritu Santo.
Así como Juan permaneció en desierto para confirmar su vocación y fortalecer su espíritu por el sacrificio y el ayuno, así también nosotros en el desierto de nuestro corazón y de la oración nos encontramos con el Señor para que, cada día, confirme nuestro llamado a ser Luz, Sal y Fermento en el mundo.
Hoy más que nunca estamos llamados a iluminar con nuestras palabras, pero más con nuestras obras, el camino hacia Dios, el Camino que lleva a la Salvación, el Camino que nos trae la Vida Nueva en Dios, pero sólo si somos capaces de dar nuestro ¡Sí! al Señor, sólo si somos capaces de disponer nuestro corazón para ser purificado y encendido por el fuego del Espíritu Santo seremos, como Juan Bautista, pregoneros de la Verdad, de la Justicia, del Amor, constructores de un mundo nuevo porque hemos encontrado el Camino para llegar a ser Hombres Nuevos.

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