"Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo.
No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva: no de código escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida".
Al leer estas palabras de San Pablo podríamos pensar que está despreciando y anulando la Ley de Moisés. Y, en parte San Pablo lo vive así: como desprecio a la Ley porque no vivía la Ley, sino que cumplía la Ley, pero más que cumplir la Ley cumplía con las prescripciones de la Ley. Las prescripciones de la Ley que habían escrito, como les recriminaba Jesús, lo que les permitían era no cumplir con la Ley, porque llegaba un momento en que tantas prescripciones los llevaban a desobedecer los mandamientos de Dios.
Claro que cuando se pusieron a querer matar a Jesús una de las acusaciones era que Jesús quería abolir la Ley, por eso les responde:
-«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud".
Y a esta plenitud se refiere San Pablo, porque no es cumplir la Ley sino vivir el Espíritu, porque es el Espíritu quien nos lleva a la plenitud de los mandamientos, nos lleva a la plenitud de la vida de los hijos de Dios, porque el Espíritu es Vida y no la letra de la ley.
Por eso, cuando escuchas de labios de cristianos que creen o esperan que este Papa o que otros puedan modificar los Mandamientos, o cuando dicen que lo que Dios nos pide vivir en el Evangelio ya está caduco, se olvidan de las Palabras de Jesús, que es Palabra de Dios:
"Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. »
¿Acaso los padres no enseñan a los hijos lo que los abuelos le enseñaron a ellos? ¿Acaso lo que nos enseñaron nuestros padres acerca de cómo vivir, de los límites que nos pusieron, de cómo ser como hijos, como personas no lo enseñan hoy los nuevos padres?
Hay cosas que no caducan. Hay "leyes de vida", valores humanos que permanecen, aunque quieran destruirlos y sabemos, por cómo va desarrollándose el mundo que cuando se dejan de vivir los valores humanos el hombre pierde valor y pierde vida.
No dejemos que los valores del mundo nos modifiquen los valores evangélicos, pueden ser tener más brillo pero son baratijas que pierden fácilmente su valor. Nosotros hemos encontrado un gran tesoro y tenemos que conservarlo, pues al Vida que nos ha dado el Señor es la Vida Verdadera y será la que de Vida Nueva al mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.