martes, 2 de junio de 2015

Dejarnos iluminar para ser luz

Cuando el dolor nos oprime, o cuando la angustia, la fatiga o cualquier otra circunstancia nos tiene agobiados, pareciera como que todo se nos nubla, no sólo la vista pierde su luz, como en el caso de Tobías, sino que todo se nos torna más oscuro. En esa oscuridad se hace la vida muy cuesta arriba y nuestro juicio, aunque seamos la más noble de las personas puede llegar a ser equivocado. En ese momento cuesta mucho abrir el corazón a la luz de los demás y por eso nuestros juicios y argumentos pueden llegar a no ser sólo equivocados sino también injustos.
Por eso Jesús nos dice: "cuando estéis afligidos y agobiados venid a Mí". Tenemos que tener la capacidad de darnos cuenta que necesitamos que alguien nos libere de esas oscuridad, opresiones, agobios, pero sobre todo saber en qué momento no podemos dejarnos guiar por nuestros juicios, porque no son del todo ciertos justos.
¿Qué es lo que nos ayuda a saber si estamos en lo cierto o no? La humildad de estar siempre abiertos a la palabra de mi hermano; el saber que puede ser que yo no tenga toda la verdad o que sólo haya percibido una parte de la verdad y que el resto lo haya inventado o lo hayan inventado. La humildad, es decir la capacidad de saber que no soy el dueño de la verdad y que por eso puede ser que no tenga toda la verdad, es lo que me ayudará a ver con más claridad, me aportará más datos para saber, para juzgar y para decidir.
Fijaos que en el Evangelio Jesús le hace mirar a los que lo venían a "cuestionar" las dos caras de la moneda, pues en esa moneda estaba la "verdad" que ellos buscaban, porque no buscaban que Jesús los iluminara sobre el pago de los impuestos, sino que venían a ver si podían descubrir el error o alguna causa justa para condenarlo. Jesús conociendo sus pensamientos les respondió con lo que tenían que escuchar y no con lo que querían escuchar:
"Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
No deis más vueltas, las cosas son claras aunque nos quieran confundir, no se puede servir a dos señores. Ese servicio a dos señores es el que nos quita la paz y la entrega, pues la infidelidad a uno es infidelidad a los dos: "o estáis conmigo o contra mí, o juntáis conmigo o desparramáis... que tu Sí sea Sí y que tu No sea No..."
Como cristianos, hijos de Dios, cada día tomamos una decisión: somos Fieles a Dios o no lo somos, o vivimos con Él o sin Él. Los tiempos que estamos viviendo nos exigen respuestas claras y concretas, ya hay suficiente tinieblas en el mundo, como para que los hijos de la Luz no iluminen lo suficiente.

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