"Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
-«No estás lejos del reino de Dios.»
¿Cuál es la distancia que nos separa del Reino de Dios? ¿Lo podemos medir? ¿Podemos decir que estamos más lejos o más cerca? No, no hay una medida, pero sí una distancia y la distancia es marcada por el amor, porque el Reino de Dios es un Reino de Amor, cuanto más vivamos el Amor a Dios y a los hermanos, más cerca del Reino de Dios estaremos, cuando no más lejos estaremos.
Por que el Reino de Dios no es un reino cargado de leyes a cumplir, sino que es un reino de Vida, es una vida a vivir: el reino de los cielos a llegado a vosotros, está en vosotros.
Si los primeros mandamientos de la Ley son los más importantes para nuestra vida de fe, ¿quiere decir que los otros no los tenemos que tener en cuenta? ¿Que no es necesario pensarlos o intentar vivirlos? No, son todos necesarios y todos y cada uno nos señala el Camino a recorrer, pero si tenemos en cuenta como primordial a los dos primeros, los otros no tendremos los viviremos sin problemas, por que el amor supera a todos los demás.
Ahora, si nuestro amor no es más grande que el de los fariseos y escribas, entonces, seguro, que no llegaremos a vivir los otros mandamientos plenamente, porque nuestro amor no será universal como el de Jesús por nosotros, sino que será un amor pobre de amar sólo a quienes nos aman.
Sí, porque a estos dos mandamientos Jesús les dio una vuelta más en la noche de la Última Cena: "un mandamiento nuevo os doy: amaos unos a otros como Yo os amé". No es que modifica o cambia la Ley de Moisés: "no he venido a abolir la Ley, sino a darle plenitud" y la plenitud de la Ley es el Amor total y universal, obediente y entregado del Hijo a Su Padre por amor a sus hermanos.
Cuando descubramos que aún nos queda mucho camino por recorrer en la Vida del Amor, nos vamos a dar cuenta que, realmente, el Reino de Dios, por ahora es una apariencia en nuestras vidas, Pero cuando descubramos lo que nos falta por vivir y queramos vivirlo, será entonces cuando estemos más cerca de llegar. Por que para alcanzarlo sólo basta con decidirnos a vivir en disponibilidad a la Voluntad de Dios, en disponibilidad para Amar por encima de todo y de todos, por que nosotros sólo tenemos la capacidad de decidirnos a vivir, y Dios tiene la Gracia para que alcancemos la meta. Pero el primer paso hacia la heroicidad de las virtudes lo tengo que dar yo, sin miedo al esfuerzo de la renuncia a mí mismo, confiando en Su Gracia y en Su Amor que siempre viene en nuestra ayuda, por el Espíritu que se nos ha dado.
Sí, alcanzar el Reino de Dios implica vivir heroicamente las virtudes de fe, esperanza y amor, pero también la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza y todo aquello que se desprenda de ellas.
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