De la carta llamada de Bernabé
El camino de la luz es como sigue: el que quiera llegar al lugar
prefijado ha de esforzarse en hacerlo con sus obras. Ahora bien, se nos ha dado
a conocer cómo debemos andar este camino. Ama a Dios, que te creó; venera al que
te formó; glorifica al que te redimió de la muerte; sé sencillo de corazón y
rico en el espíritu; no te juntes a los que van por el camino que lleva a la
muerte; odia todo aquello que desagrada a Dios; odia toda simulación; no olvides
los mandamientos del Señor. No te ensalces a ti mismo, sé humilde en todo; no te
arrogues la gloria a ti mismo. No maquines el mal contra tu prójimo; guarda tu
alma de la arrogancia.
Ama a tu prójimo más que a tu propia vida. No cometas aborto, ni mates tampoco
al recién nacido. No descuides la educación de tu hijo o hija, sino enséñales
desde su infancia el temor; de Dios. No desees los bienes de tu prójimo ni seas
avaro; tampoco te juntes de buen grado con los soberbios, antes procura
frecuentar el trato de los humildes y justos.
Cualquier cosa que te suceda recíbela como un bien, consciente de que nada pasa
sin que Dios lo haya dispuesto. No seas inconstante ni hipócrita, porque la
hipocresía es un lazo mortal.
Comunica todas las cosas con tu prójimo y no tengas nada como tuyo, pues si
todos sois copropietarios de los bienes incorruptibles, ¿cuánto más no debéis
serlo de los corruptibles? No seas precipitado en el hablar, porque la boca es
un lazo mortal. Procura al máximo la castidad, en bien de tu alma. No seas fácil
en abrir tu mano para recibir y en cerrarla para dar. A todo el que te comunica
la palabra de Dios ámalo como a las niñas de tus ojos.
Recuerda día y noche el día del juicio y busca constantemente la presencia de
los santos, ya sea argumentando, exhortando y meditando con qué palabras podrás
salvar un alma, ya sea trabajando con tus manos para obtener la redención de tus
pecados.
No seas reacio para dar, ni des de mala gana, sino ten presente cuán bueno es el
que te ha de remunerar por tus dádivas. Conserva la doctrina recibida, sin
añadirle ni quitarle nada. El malo ha de serte siempre odioso. Juzga con
justicia. No seas causa de desavenencias, antes procura reconciliar a los que
contienden entre sí. Confiesa tus pecados. No vayas a la oración con mala
conciencia. Éste es el camino de la luz.
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