En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros? ».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Muchas familias, y muchas amistad se han roto por culpa de la codicia, por culpa de herencias que no se han sabido repartir, y, sobre todo, por culpa del egoísmo y la vanidad de no saber manejar los bienes terrenales.
Vivimos en un siglo donde sólo se vive de lo de afuera y para los instintos más básicos del hombre, y no nos damos cuenta que nos vamos quedando vacíos de tanto no preocuparnos por nuestro interior, por lo que nos hace personas, por lo que nos hace verdaderamente ricos.
"¡Vanidad de vanidades, - dice Qohelet - . ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad!"
Como vemos no es algo nuevo, ya lo decía, la Palabra de Dios hace más de 20 siglos, y, sin embargo, el hombre no ha aprendido a vivir sin la vanidad de querer sentirse el mejor de todos por fuera pero vacíos por dentro.
Acumular bienes y querer tener una belleza eterna han sido dos ideales que al hombre siempre lo han tenido en vela.
¿Para qué acumular tanta riqueza de si nunca la vas a utilizar? Y, en ese acumular, sin querer y sin pensarlo vas perdiendo vida: vida de familia, vida de ver a tus hijos crecer, vida de encontrarte con tus amigos, vida de descanso, vida de ocio, vida espiritual...
Lo que Jesús le decía a los discípulos por medio de la palabra lo vamos viendo cotidianamente, en la vida de nuestros amigos y vecinos, y, en la nuestra misma, pero no nos damos cuenta:
"Y se dijo:
"Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mi mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente".
Pero Dios le dijo:
"Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?"
No te asustes, el Señor, no dice que vas a morir cuando menos lo esperas, o que mañana se te pedirá la vida, sino que cada día que pasa y tú no te has dado cuenta, la vida se te está yendo y ¿qué has hecho con ella? ¿Sólo has acumulado tesoros en la tierra?
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