el Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen, Sobre la divina providencia
Mi Señor dulcísimo, vuelve benignamente tus ojos misericordiosos a este
pueblo y al cuerpo místico que es tu Iglesia; porque mayor gloria se seguirá
para tu santo nombre al perdonar tan gran muchedumbre de tus creaturas que si
tan sólo me perdonas a mí, miserable pecadora, que tan gravemente he ofendido a
tu majestad. ¿Qué consuelo podría hallar yo en poseer la vida, viendo que tu
pueblo está privado de ella, y viendo cómo las tinieblas del pecado cubren a tu
amada Esposa, por mis pecados y los de las demás creaturas tuyas?
Deseo, pues, y te pido como una gracia especial este perdón, por aquel amor
incomparable que te movió a crear al hombre a tu imagen y semejanza. ¿Cuál, me
pregunto, fue la causa de que colocaras al hombre en tan alta dignidad?
Ciertamente, sólo el amor incomparable con el cual miraste en ti mismo a tu
creatura y te enamoraste de ella. Mas veo con claridad que por culpa de su
pecado perdió merecidamente la dignidad en que lo habías colocado.
Pero tú, movido por aquel mismo amor, queriendo reconciliarte gratuitamente al
género humano, nos diste la Palabra que es tu Hijo unigénito, el cual fue
verdaderamente reconciliador y mediador entre tú y nosotros. Él fue nuestra
justicia, ya que cargó sobre sí todas nuestras injusticias e iniquidades y
sufrió el castigo que por ellas merecíamos, por obediencia al mandato que tú,
Padre eterno, le impusiste, cuando decretaste que había de asumir nuestra
humanidad. ¡Oh incomparable abismo de caridad! ¿Qué corazón habrá tan duro que
no se parta al considerar cómo la sublimidad divina ha descendido tan abajo,
hasta nuestra propia humanidad?
Nosotros somos tu imagen y tú imagen nuestra, por la unión verificada en el
hombre, velando la divinidad eterna con esta nube que es la masa infecta de la
carne de Adán. ¿Cuál es la causa de todo esto? Solamente tu amor inefable. Por
éste tu amor incomparable imploro, pues, a tu majestad, con todas las fuerzas de
mi alma, para que otorgues benignamente tu misericordia a tus miserables
creaturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.