«Señor, ¿son pocos los que se salven?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo:
"Señor, ábrenos"; pero él os dirá:
"No sé quiénes sois".
En estos tiempos que vivimos, donde todo es relativo y todo es absoluto, incluso lo relativo, es muy difícil comprender que Dios nos pueda pedir que nos esforcemos en vivir porque es "estrecha la puerta" de entrada al Reino de los Cielos. Es difícil entenderlo porque, para muchos, todo es posible y no hay que poner trabas para lo que uno quiera hacer o vivir; los límites que Dios nos pone con sus mandamientos y exigencias, ya están obsoletos y no son buenos para el hombre de este tiempo. Pero eso es sólo un pensar humano que, lamentablemente, ha ingresado en muchos corazones cristianos olvidándonos de los mandamientos del Señor y de los consejos que nos ha dado Jesús en el Evangelio.
Entonces ¿cómo es la Puerta Estrecha? Yo me la imagino una puerta donde el marco está hecho con los 10 mandamientos y el escalón para poder subir y pasar, es el mandamiento del Amor, porque es el que nos pidió vivir el Señor antes de partir, y nos lo dejó como el único signo evidente de nuestra vida en Él.
En otro oportunidad decía que, además de ser estrecha, también debe ser pequeñita, porque "de los que se hacen como niños es el Reino de los Cielos", dijo el Señor. Porque sólo los niños y los hijos pueden comprender que el Padre nos quiera hacer esforzarnos para poder entrar. Como dice Dios por medio de la carta a los Hebreos:
"Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
«Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce frutos apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura".
Pero no nos desanimamos porque el Mismo Padre que nos exige esforzarnos para pasar por la Puerta Estre y Pequeñita es Quien nos da la Gracia para poder alcanzar, con nuestro esfuerzo, la meta que Él mismo nos ha puesto: "sed santos como vuestro Padre Celestial es Santo, sed perfectos como vuestro Padre Celestial es Perfecto".
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