jueves, 1 de diciembre de 2016

Fieles a Dios

Dice el Salmo de hoy:
"Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes".
A lo que le sumamos lo que dice Jesús:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".
Por eso mismo no podemos fiarnos de los hombres, porque muchas veces cambiamos el Señorío del Señor, y nos hacemos nosotros mismos señores de la historia. No siempre nos mantenemos en fidelidad a la Voluntad de Dios, y, por eso, no siempre hemos de obedecer y fiarnos de los hombres, y no sólo de los hombres externos a mí, sino de mí mismo, pues yo mismo comparto la misma suerte de todos los hombres.
Por eso el Señor nos invita a poner nuestra vida en manos del Señor de la Historia y de la Vida, a poner nuestra mirada en el Padre Eterno y no en la palabra de los hombres, sino en la palabra de Dios. Porque los hombres hoy decimos sí y mañana no, pero Dios no, su Palabra es eterna y nos da vida.
Claro que resulta un poco chocante pensar que no podemos fiarnos de nadie, y, por supuesto que no es tan así. No podemos fiarnos de los hombres en cuanto que ellos no tienen Palabras de Vida, en cuanto no somos del todo confiables en el orden de mantener la Palabra dada, en el orden de que lo que siempre buscamos es hacer lo que Dios nos pide.
Por eso siempre hemos de corroborar nuestra vida a la Luz de la Palabra de Dios, Su Voluntad siempre estará expresada en Su Palabra, por medio de los Profetas, de los Padres y, sobre todo, de su Hijo que vino al mundo para ayudarnos a llegar al Padre. Y, si, como dice Jesús, nuestra meta es entrar en el Reino de los Cielo, entonces nuestro Camino es vivir la Voluntad del Padre que está en los Cielos, y ahí sí nuestra vida tiene que estar enraizada en Él, y en nadie más que en Él.
Sí, lo se, no es fácil estar enraizado en Él y mantenernos fieles a Su Voluntad, pero hemos de intentarlo todos los días, y, si en el camino tropezamos y caemos, ¡a levantarse! y al recibir la Gracia de la Reconciliación seguir andando hacia la meta, con paso seguro y la mirada puesta en el Señor, pues es él Quién me seguirá sosteniendo y alentando para no decaer a pesar de mis caídas y errores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.