jueves, 8 de diciembre de 2016

¡Alégrate llena de Gracia!

"¡Alégrate! llena de Gracia, el Señor está contigo".
Con estas palabras comenzó nuestra historia a tomar un nuevo color, pues en ese momento comenzaban a estremecerse los Cielos de gozo y el Infierno de temor, esperaban todos el Sí de una Virgen, porque Dios había visto que los tiempos ya estaban en su plenitud para enviar al Salvador.
Y también el corazón de la Virgen se estremeció al oír las bellas palabras de un ser de luz que inundó no sólo su habitación, sino también su vida y la vida de todos los que miramos a María como Madre de Dios y Madre Nuestra.
Es esa Luz que irradió el Ángel sobre la María la que sigue inundando los corazones de todos aquellos que, por María, hemos recibido al Autor de la Vida, y por Él hemos recibido la Vida misma.
Es esa Luz que inundó el corazón de María la que Ella nos entrega cada vez que nos encontraos con la Madre y le abrimos el corazón para contarle nuestras penas y dolores, nuestros gozos y alegrías.
Es esa Luz que descendió sobre Ella, la del Espíritu Santo que la cubrió con su sombra, la que también nosotros recibimos el día de nuestro bautismo y nos da la Gracia de renacer como hijos de Dios, por eso mismo somos, también, hijos de María.
Es esa Palabra que se hizo carne en su Seno Purísimo la que recibimos y escuchamos, la que nos guía en el Camino hacia la Vida y la que nos alienta, ilumina y da esperanza.
Es esa Palabra que se hizo carne en su Seno Purísimo la que recibimos cada día que nos acercamos a la Eucaristía, la que se nos da en el Pan de Vida para que nuestra pobre vida alcance la riqueza de Dios.
"¡Alégrate llena de Gracia!", son las palabras que resonaron en el corazón de María, pero son también las palabras que Ella quiere que resuenen en nuestro corazón todos los días, porque como Madre quiere que los hijos lleguen a alcanzar la Bienaventuranza que Ella recibió por su Fidelidad a Dios.
Es María la que hoy nos sigue diciendo: "Haced todo lo que Él os diga", porque sabe que ese es el único Camino, el que Ella misma recorrió, para alcanzar la Alegría y la Gracia que un día le anunció el Ángel, y que esa misma Alegría y la Gracia la recibamos también nosotros, sus hijos, por que aprendimos de Ella a ser Servidores de la Palabra, Obedientes a la Voluntad del Padre, Fieles a la Vida que Él nos dio y que Ella gestó en su Seno, y que, día a día, quiere ayudarnos a conservar en nuestra vida.
"¡Bendita tu eres entre todas las mujeres!"
Todos Madre esperaban ese día tu ¡Sí! al Padre. Y hoy todos esperan nuestro ¡Sí! a Dios, ayúdanos a ser fuertes y valientes en la entrega de cada día, para llevar a un mundo viejo la Luz de la Vida Nueva.

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