"En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Nunca estamos conformes con lo que no nos gusta o cuando nos exigen algo (aunque nos guste hacerlo) Mientras Dios nos vaya acompañando en nuestros planes y proyectos todo estará bien, pero cuando se ponga un poco pesado diciendo que esto o aquello no está bien, ya no me agrada tanto. Así vamos viviendo una religión casi hecha a nuestra medida, pues los mandamientos y los consejos evangélicos no son para todos, sólo para algunos, y sobre todo para exigirle a los demás que lo vivan pero no para nosotros mismos.
Vemos, muchas veces, cómo cuando alguien quiere enfrentarse a otra persona o hacerle ver sus defectos o errores sacan a relucir las frases evangélicas que más convienen en el momento, pero a la hora de llevarlas a la práctica en lo personal usamos las que más nos convienen a nosotros que, por lo general, son las que hablan de la misericordia, pues todos tienen que ser buenos y saber perdonarnos nuestras faltas.
Y ¿por qué tengo que aceptar los mandamientos y los consejos evangélicos? Porque para los que hemos aceptado un camino nuevo, y el camino de ser hijos de Dios, Él mismo nos dice:
"Esto dice el Señor, tu libertador, el Santo de Israel:
«Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo por tu bien, te marco el camino a seguir.
Si hubieras atendido a mis mandatos, tu bienestar sería como un río..."
Claro que no es el bienestar como lo pensamos nosotros, pues para muchos ser cristianos es que no nos pase nada, que siempre tengamos salud, que todos los proyectos nos vayan bien... No, ser cristianos quiere decir tener siempre la capacidad y la fortaleza para saber afrontar las adversidades, saber asumir la Cruz de cada día como un instrumentos de salvación y santidad, saber amar y perdonar com Cristo nos amó, poder entregarnos a su servicio como discípulos y servidores de Su Palabra; pues el llamado al que respondimos fue a seguirlo paso a paso, a ser obedientes y fieles a su Palabra.
El Caminar junto a Cristo y con Cristo es lo que le da a nuestra alma todo lo necesario para el bienestar, para la paz, para el amor no hay un remedio más eficaz para mejorar nuestra vida que la Gracia del Señor, pues Él colma todas nuestras necesidades y sacia todas nuestras hambres haciendo que cada día sea pleno.
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